Hoy quiero compartir con tigo, amigo lector de esta cibercasa, la experiencia que tuve este fin de semana mientras participaba de la 11ª libroferia Chaqueña.
Como ya comente el año pasado, la mencionada feria del libro se realiza todos los años en la ciudad de Resistencias, provincia del Chaco, Argentina.
La ciudad de Resistencias es llamada la ciudad de las esculturas debido a que en sus veredas, paseos, plazas, edificios públicos y otros tantos increíbles lugares existen más de 500 esculturas realizadas en distintos materiales como ser mármol, diversas maderas, hierro, cemento, etc.
Es en esta misma ciudad que cada dos años se reúnen escultores de todo el mundo para descubrir, como decía el famoso Miguel Ángel Buonaroti, los tesoros encerrados dentro de los bloques de madera, mármol, etc.
Por todo esto puede bien decirse que en esta pequeña ciudad de provincia se respira arte. Tanto es así que en esta existe un “Hospital para estatuas”, en donde se restauran y curan a las estatuas dañadas por la intemperie y otros agentes.
Cuando todas las maravillas que nos mostraba mi amigo Antonio Benedicto Falcón, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (filial Chaco), parecía que no poder ser superado, fue cuando recibimos una llamada telefónica.
Minutos después nos encontrábamos frente a una pequeña casa cuyo dueño estaba sacando su automóvil.
El hombre, de baja estatura y cabellos canos con una enorme y calida sonrisa no era otro que el famoso escultor chaqueño Fabriciano autor de centenares de obras mundialmente premiadas realizadas desde el frió mármol hasta el imperecedero hielo pasando por el quebracho, palo santo y bronce.
La casa, donde el reside y ubicada en el lugar donde se encontraba la de sus padres es un verdadero museo cuyas vitrinas muestran un pedacito de la vida del artista.
La humildad y desapego característica del chaqueño no podía estar ajena a este artista quien a pesar de estar recientemente operado nos recibió abriendo su corazón y casa de par en par.
En un momento en que tomábamos un café preparado por el anfitrión, la joven poeta Sonia Dávalos dijo: “Que tranquilo se esta acá, hasta parece que se respira paz.”
Muchos artistas al alcanzar la fama, creen ser dioses a quienes nadie puede contradecir ni igualar, sin embargo hay otros, como Fabriciano, cuya mano guiada por el Gran Creador que vive en su interior y transformándose en herramienta del mismo, descubre a los ojos del mundo las bellezas encerradas en el calido y duro quebracho chaqueño o en la fría nieve de Québec, Albertville, o lillehammer. Es por esto, volviendo a lo que dijo Sonia Dávalos, ¿Que otra cosa se puede respirar aparte de paz y tranquilidad en el ambiente en que se encuentra el creador?
Todos tenemos un don que se nos ha dado para compartirlo con el prójimo, y esta es nuestra obligación; es por esto que para cerrar este escrito me despido con las palabras del escultor Fabriciano con respecto al sueño que tiene para su casa:
“La casa de Dorita y Emilio, mis padres.
Sus espíritus la habitan junto a mí.
Ellos me la legaron, y
todos los que amo y me acompañan
Permitirán convertirla en museo.
De esta manera concretaremos
Uno de los tantos sueños que
Justificarán mi existencia”.
Para quienes quieran conocer más a este artista les dejo el link de su fundación.
http://www.fabriciano.com/principal.html