A
pesar que el sol brillaba esplendoroso sobre el cielo azul intenso,
la calle estaba casi desierta y el frió del repentino otoño se
hacia sentir en el rostro.
Los
árboles habían sido despojados de su vegetal ropaje dejando a sus
pies y en los serpenteantes camineros de la plaza del pueblo, adornados con arbustos de
rosas salvajes, una multicolor alfombra que contrastaba con el blanco
y helado pasto.
Jorge,
cruzó la plaza pedaleando en su bicicleta azul con todas sus
fuerzas, resoplando como si de una humeante locomotora se
tratase,levantando algunas de aquellas hojas que el prematuro
invierno había despojado de los robles y plátanos del vecindario.
Al
llegar a la calle se detuvo, miró a ambos lados y cruzó a la vereda
de enfrente donde se encontraba, como si estuviese preservada en una
capsula del tiempo, el antiguo edificio de la biblioteca. Las paredes
de ladrillo del centenario edificio estaban cubiertas casi en su
totalidad por hiedra prolijamente podada.
Jorge
cruzó el portón de hierro forjado que daba acceso al patio y se
dirigió al lugar donde los escolares dejaban las bicicletas mientras
investigaban.
Abrió
la pesada puerta de roble de doble hoja con herrajes de bronce,
aspiró el característico aroma de papel antiguo que tanto le
fascinaba, y avanzó por el encerado piso de madera hasta el
mostrador donde se encontraba una campanilla de bronce sujeta por
medio de una larga cadena al mismo.
Jorge
hizo sonar la campanilla como lo hiciera tantas veces, antes que sus
padres le compraran su nueva computadora, y de inmediato se presentó
una mujer de unos treinta años de baja estatura, regordeta, aunque
no obesa.
-
Buenos
días Jorge- dijo la mujer- ¿Que te trae por aquí tan temprano?
La
profe Margarita me pidió que hiciera una investigación sobre el
día del libro.
¿Todavía
da clases la Profesora Margarita?... Debe tener...
Como
mil años...lo se... tanto que pudiendo investigar sobre el tema por
Internet me dijo que me lo prohibía y que antes de hacer la tarea
lea cada una de las palabras de estos libros-dijo el niño,
entregando un papel con los códigos de tres libros.
La
bibliotecaria sonriendo respondió:
La
mujer tecleó los códigos en su computadora y al ver a que títulos
correspondían dijo con el rostro serio:
¿Estas
seguro que son estos los códigos?
Si,
claro, ella misma escribió en ese papel.
Son
libros muy antiguos y no están en Internet... Muy pocas personas
tienen acceso a ellos...pero si la profesora Margarita te autorizó
a trabajar sobre ellos... Ven sígueme.
La
bibliotecaria, seguida por Jorge, ascendió las escaleras de mármol
que llevaban a la planta alta , custodiada por varias cámaras de
seguridad. Se acercó a uno de los estantes y al mover uno de los
libros, se abrió una puerta oculta que daba acceso a una pequeña
habitación.
Wau,
!como en las películas!- dijo Jorge asombrado.
Las
paredes de la habitación secreta, del piso al techo, estaban
cubiertas por completo de libros quedando apenas espacio para un
pequeño escritorio con una lampara, una silla y una escaleras con la
cual acceder los volúmenes de los estantes más altos.
Jorge
colocó los libros sobre el escritorio, se sentó y abrió al azar
uno de los volúmenes.
Pero...esto
es un diccionario...un muy viejo diccionario. Estoy seguro que aquí
faltan muchas palabras que podría encontrar en Internet. ¿Para que
debo leer todo un diccionario?
Tal
vez sea para entender algunos términos de los otros dos libros.
Solamente leyendo lo sabrás. Si lo necesitas, puedes utilizar
cualquier libro de la habitación menos aquel gran volumen azul que
se encuentra allí arriba- recomendó la bibliotecaria con una
misteriosa sonrisa mientras salia de la diminuta habitación.
La
profesora Margarita, mujer de edad indefinida, cabellos blancos y
penetrantes ojos azules, era extremadamente estricta en sus clases,
tanto que algunos la habíamos apodado la Gorgona, debido a que como
aquel ser de la mitología griega cuando nos miraba al rostro, y
pedía que pasemos al frente a exponer la lección, nos
transformábamos en piedra.
En
toda la escuela no había alguien tan exigente, lo que nos
disgustaba ya que nunca parecía estar conforme con el esfuerzo que
hacíamos.
El
día anterior, luego de clases, se acercó a mi y devolviéndome
corregido un examen que había realizado hacia unos días me dijo:
Mañana
se conmemora el día del libro y quiero que prepares un discurso
para leerlo delante de todo el alumnado.
Pero
profe… ¿por qué yo? No soy bueno con los discursos…ni las
redacciones…si no me cree pregúntele a la profesora de
castellano…
No
necesito preguntarle a nadie…Soy tu profesora y debes obedecer.
Entregale a la bibliotecaria de la biblioteca pública estos los
códigos que corresponden a los libros que quiero que estudies para
hacer tu trabajo.
¿Biblioteca?...¿Porque
no me da los títulos y los busco en Internet?
¡Nada
de Internet! Se que puedo parecer dictatorial y que los psicólogos
podrían decir que me esto te causará serios traumas cuando
crezcas, lo que no creo…sin embargo, como dijeron unos viejos
amigos si realmente quieres tener una experiencia que te cambiará
la vida lee un libro, y tú no leerás uno...sino que cada una de
las palabras de tres libros. Luego de terminar de hacerlo escribirás
el discurso del que dependerá la nota de este mes.
Y
bueno empecemos...Todo sea para no hacer enojar a la Gorgona. Cuanto
antes termine de leer todo esto antes estaré en casa viendo
televisión-dijo el niño mientras abría otro de los volúmenes.
El
segundo volumen no era otra cosa que una enciclopedia universal que
contenía fragmentos de obras literarias de famosos escritores de la
historia de la humanidad. Decepcionado decidió abrir el tercer
libro, que no era otra cosa que un libro de gramática.
!Que
aburrido¡ ¿Que tienen estos libros de interesante que no pueda
encontrarse en Internet? Y lo peor de todo que tendré que
transcribir a mano toda la información en ves de hacer un simple
“copie y pegue”
Contrariado
abrió su cuaderno cuando se le ocurrió lo que creía sería una
brillante idea.
Que
sentido tendría hacer la tarea en la biblioteca si la podía hacer
cómodamente en su casa., total ya sabia de que se trataban los
libros.
Me
quedaré un rato para que nadie sospeche y luego volveré a casa y
haré la tarea con mi computadora.
Para
no aburrirse mientras esperaba, abrió su cuaderno y comenzó a
escribir una historia de alienigenas y platillos voladores, similar
a las que tanto detestaba su antigua profesora de literatura. Tal
vez haya sido ese rechazo el motivo por el cual las escribía.
Una
vez que finalizo su historia, miró la hora y se percató que solo
habían transcurrido quince minutos.
Nadie
me creerá si digo que ya terminé mis anotaciones. ¿Que puedo
hacer para matar el tiempo?-se preguntó mirando la parte superior
de uno de los estantes, donde se encontraba aquel libro que la
bibliotecaria prohibió que tocara.
Sin
dudarlo un instante colocó la escalera contra el estante y subió
por ella tomando el pesado y voluminoso libro, cuya tapa había sido
forrada con una tela azul desgastada por el tiempo.
Esto
si que es interesante-dijo para él mismo.
Sin
embargo, su sorpresa fue mucho mayor cuando descubrió que se trataba
de un ejemplar, manuscrito, del Quijote de la Mancha.
Aunque
escrito en castellano al principio Jorge tuvo dificultad al leerlo
debido a algunos términos extraños para él y tachones hechos por
el mismo autor. ¿Sería aquel libro el original de Cervantes? Sea
como fuera al poco tiempo estaba disfrutando de aquella verdadera
joya literaria.
De
pronto notó que la claridad que provenía de la habitación había
desaparecido por lo que desdió salir a investigar.
Para
su sorpresa había oscurecido y la bibliotecaria se había olvidado
de él, dejándolo encerrado dentro del edificio.
Luego
de comprobar que todas las salidas estaban cerradas y que debía
esperar al próximo día para ser liberado de aquella “culta
prisión” desdió volver a la habitación secreta, donde al poco
tiempo quedo profundamente dormido.
Despertad
joven caballero-dijo alguien a las espaldas de Jorge.
Sorprendido,
ya que creía que no había nadie más en la biblioteca, volteó y
vio a un hombre de larga cabellera, bigotes, barba recortada en
forma triangular.
Se
que estaréis extrañado al verme, como todos aquellos que son
enviados por el guardián de este recinto sagrado.
No
se de que guardián me habla, ni mucho menos por qué el sereno esta
vestido como un noble español del mil quinientos. A mi me envió a
hacer una tarea mi profesora de castellano y lo único que quiero es
que me abra la puerta para poder irme a casa.
Tu
has sido enviado por el guardián para que el secreto de la palabra
te sea revelado y eso haremos-insistió el personaje.
Si
no se aleja de mí le juro que le partiré la cabeza con este libro-
dijo asustado el joven amenazando al sujeto con uno de los libros
que se encontraban sobre el escritorio.
Curiosa
manera de partir una cabeza...un hacha...tal vez...-dijo rascándose
la barbilla el sujeto- Sin embargo... no debes temerme No soy una
amenaza para ti sino alguien que te enseñará a utilizar el arma
más poderosa del mundo. Es por ello que el guardián te ha enviado
a nosotros. Una vez que sepas como utilizarla nadie podrá dañarte
ni doblegarte.
¿En
este libro hay un arma?
En
tus manos no sólo tienes una sino miles de armas, las cuales
combinadas pueden ser tan destructivas como beneficiosas para la
humanidad.
Aunque
en ese momento no sabia si aquel sujeto me estaba haciendo una broma
o estaba loco, con curioso abrí el libro que había tomado y vi que
se trataba del diccionario.
Mire
señor… no se quien es usted. Debo hacer un discurso por el día
del libro. Si no lo hago no habrá arma en el universo que pueda
contra mi profe.
Pero
que descortés he sido…no me he presentado mi nombre es Miguél de
Cervantes Saavedra,
para
servirle…
Está
bien Don Miqui, si realmente quiere servirme, me gustaría que me
ayude con el discurso-dije burlonamente, entregándole mi cuaderno y
un bolígrafo.
Lo
veo decepcionado caballero.
¿Y
no debería estarlo? Estoy encerrado en la biblioteca, no se ni por
donde empezar en mi tarea y usted me viene con el cuento que este
simple diccionario es un arma super secreta
¿Simple
diccionario? El mayor poder del mundo se encuentra encerrado en
estas hojas… No comprendo como el guardián le ha permitido la
entrada a este recinto si no se da cuenta de la diferencia.
Vuelvo
a decirle por milésima vez no se de que guardián esta hablando y
me han enviado a este lugar a hacer mi tarea. Si en realidad es
quien dice ser, creo que no le costaría nada escribir mi discurso
por el día del libro. ¿No lo cree? Después de todo el autor del
Quijote no tendrá dificultad en escribir una tarea escolar-dije con
disgusto.
Dígame
caballero, ya que ha tocado el punto. ¿Usted cree que si los sabios
de esta época no hubieran considerado la peligrosidad de la
utilización de las combinaciones de las palabras le hubieran
dedicado un día?
Cuando
se habla de armas de destrucción masiva la mayoría piensa en
arcabuces, ballestas, cañones, los modernos submarinos o gases
tóxicos, y tantos otros artefactos inventados por personas que,
estoy seguro si hubieran sabido en que terminaron sus estudios
hubieran quemado todo y se hubieran ido a pescar. Sin embargo, si
analizamos cual de todas ellas es la peor de todas sólo podemos
llegar a la conclusión que esta es “la combinación de palabras”.
Una
simple palabra dicha con la entonación apropiada en el momento
indicado puede destruir más que una de sus modernas bombas atómicas.
¿Cuantas
relaciones, tratos comerciales, internacionales, o amistades, han
terminado por culpa de una palabra dicha, tal vez al descuido?
Hay
un viejo dicho que reza: “Antes de poner la lengua en movimiento
ponga su cerebro en funcionamiento”.
Una
vez que la palabra fue articulada no hay vuelta atrás, aunque con el
tiempo nos retractemos, la cicatriz quedará marcada a fuego en el
corazón de la persona herida.
¿No
cree que es ser un poco rencoroso hablar de ese modo? ¿Dónde queda
el perdón?
Lo
que digo no tiene que ver con el rencor. Del mismo modo que cuando
un vaso de vidrio se rompe al caerse al suelo, podemos pegarlo con
algún pegamento para vidrio, pero aunque vuelva a servir para
contener líquidos podrán verse sin dificultad las cicatrices de la
caída.
Podemos “pegar el
cristal” que hemos quebrado con nuestras palabras disculpándonos,
pero nunca la relación quebrada volverá a ser la de antes.
El poder que emana de
las palabras y su articulación debe ser manejado con sumo cuidado es
un hecho. Apenas escritas o pronunciadas, las palabras tienen un
efecto, un impacto que puede ser tan beneficioso como un medicamento
tomado a tiempo, o tan dañinas como uno que a sobrepasado su fecha
de vencimiento. Todo depende como se digan y la intención al
pronunciarlas o escribirlas. Si no me cree lea como fueron utilizadas
por un indio llamado Gandi y por un austriaco llamado Hitler.
Es
muy cierto lo que usted dice caballero- dijo un individuo de rojizos
bigotes y barba bien recortados.
El
nuevo interlocutor, aparecido de la nada como el anterior, poseía
una amplia frente, aumentada por la calvicie que trataba de ocultar
con los rojizos cabellos que crecían abundantemente sobre las
sienes y parte trasera del cráneo, vestido con un traje gris y
cuello negro de finales del siglo XIX.
Si
prosigue con su plática señor, acobardará a nuestro novel
escritor.
¿Escritor?
Pero si yo no soy escritor...Apenas escribo locas historias para
divertirme, divertir a mis compañeros y fastidiar a la vieja de
literatura del año pasado.-respondió riendo de buena gana.
Cuando
tenia su edad pensaba igual que usted, sin embargo hoy mis libros se
leen en todo el mundo... ¿Ha leído David Coperfiel?
He
leído ese libro una decena de veces... Espere un momento... si
aquel sujeto dice ser Cervantes entonces usted me dirá que es...
Charles
Dickens, para servirle caballero. Pero no hemos venido a hablar de
mi sino de ti mi joven escritor.
No
comprendo que me está ocurriendo ni como puedo estar hablando con
ustedes... pero lo que si tengo bien en claro es que no soy un
escritor. Me gusta inventar historias pero tengo muy mala
ortografía. Nunca podre ser un escritor. !Jamás podre ser como
ustedes¡
Cervantes
sonrió y sin abandonar su hidalga postura, dijo:
El
guardián de este sagrado recinto te ha enviado porque sabe que
tienes en tu interior el germen del escritor aguardando hacer
ecloción.
Ah,
ahora recuerdo cuando me abducieron los alienigenas y me insertaron
el chip del escritor- respondió el joven cínicamente.
Cada
individuo nace con la habilidad de hacer “algo” determinado, un
don que lo diferencia de los demás-interrumpió Dickens sin hacer
caso a las palabras del Jorge.
Ese
don puede dejarse dormido y desaprovecharlo o puede ser canalizado
en favor de la comunidad. De usted depende que hará con ese don
pero una vez que decida no habrá paso atrás -acotó el escritor
español- . En todos estos años he visto he visto muchos como
usted, que por vergüenza debido a sus faltas ortográficas,
sintácticas o simplemente por temor de lo que se dirá de ellos,
privan al mundo de maravillosos textos, relatos o poemas, muchos de
ellos verdaderas joyas en cuanto a la expresión de sentimientos u
originalidad. Relatos que a más de uno nos ha sacado una sonrisa
pícara debido a su sensualidad o, tal vez, han hecho que una
lágrima ruede por nuestra mejilla debido a los sentimientos
expresados.
Pero
la profesora de literatura del año pasado me decía que mis cuentos
eran demasiado fantasiosos y plagados de faltas ortográficas y
carentes de estructuras, que era mejor que dejara de “hacerme el
escritor”.
Lamentablemente
ese es el problema de muchos que están de profesor pero no lo son.
El verdadero profesor debe transmitir sus conocimientos, guiar e
inclusive exigir como lo ha hecho con tigo el guardián de este
recinto sagrado, pero nunca cercenar o destruir por completo el
germen latente de su alumno. Por otro lado, lo que expresó esa
mujer es simplemente su opinión.¿Cual es la suya mi joven
amigo?¿Cree justo privar al lector de sus textos, cuyas fallas se
deben a que al escribirlos primo el arrebato y la pasión antes que
a el culto al idioma castellano? ¿Cree acaso que un escritor debe
dejar de escribir hasta el momento en que lo haga con la gracia,
estilo y pulcritud de un Premio Nóbel de literatura? ¿Cree acaso
que nosotros u otros como Shakespeare, Neruda, Cortazar, Roa Bastos,
Vargas Llosa, Benedetti y tantos otros genios de la literatura,
jamás tuvieron, como diría usted, alguna metida de pata
ortográfica, sintáctica o morfológica?Le puedo asegurar que sí
las tuvimos...Nadie es infalible.
¿Entonces
ustedes dice que debo olvidarme de las reglas de gramática,
sintaxis, etc y escribir como se me de la gana?
!De
ninguna manera¡-dijo indignado Cervantes-. Nunca debe dejar de
esforzarse, capacitarse y tratar siempre de dar lo máximo de sí,
no por los demás sino por uno mismo ya que con el tiempo se dará
cuenta que la peor critica a nuestro trabajo vendrá de nosotros
mismos.
Es
que yo trato y leo mucho...de verdad... pero cuando escribo es como
que se hubiera caído un tarro de cloro en la tinta de mi cerebro.
Mira
muchacho- dijo Dickens- generalmente cuando escribimos no lo hacemos
con el cerebro, cuya estructura matemática y lógica repite,
archiva y des archiva toda la información recibida en las tediosas
clases de castellano, sino que lo hacemos con el alma, la cual al
parecer bloquea esta rigidez puntillosa en los arrebatados momentos
de inspiración.¿El resultado? El lector lo juzgara. Tal vez, un
manto de invisibilidad emanado de la ingeniosidad del relato caiga
sobre sus imperfectas y haga que el lector quede atrapado en un
mundo perdido en las brumas del espacio y el tiempo haciendo que
pueda emocionarse, divertirse y porque no compartir conceptos.
También
puede ocurrir que el lector, como la profesora que nos comentaste,
al ver las imperfecciones simplemente se rasgue las vestiduras y se
aleje de este y otros tantos sacrílegos textos.
Un
escritor dijo una vez: “Para el
que tiene el don de la escritura, escribir
es obligatorio, mientras que la lectura del texto escrito es una
decisión que el lector debe tomar”
Esto quiere decir que no debemos reprimirnos y mucho menos dejar de
expresarnos privando a las personas lo deseen, leer una obra
que aunque con algunas fallas puede llegar a emocionar, divertir y
porqué no deleitar.
¿Y
si mis escritos realmente fueran malos como dice mi profesora?
Una
vez, mientras estaba en el mundo de los mortales dije:”Nunca sabe
un hombre de lo que es capaz hasta que lo intenta-sentenció el
escritor ingles- Además no debes quedarte con la primera opinión,
tanto si fuera positiva o negativa. Si no me crees averigua cuantas
veces las editoriales han rechazado obras que tiempo después se
convirtieron en celebres.
También
debes recordar que, aunque todos digan que tu obra es mala, hasta
del texto más malo del mundo se puede obtener alguna conclusión
positiva- acotó Cervantes.
!Despierta
dormilón!-dijo la bibliotecaria quien se encontraba de pie junto a
Jorge leyendo su cuaderno.
Ya
es tarde, casi me olvido que estabas aquí arriba...pero por lo que
veo has hecho un excelente discurso... En especial lo que se refiere
al valor de las palabras y el derecho a utilizarlas con
responsabilidad para el bien de la comunidad. La profe Margariita
quedará encantada. De seguro tendrás la mejor nota y te lucirás
ante tus compañeros y el profesorado.
Pero...si
todavía no hice nada...estuve conversando con... unos amigos sobre
el valor de las palabras-dijo Jorge desperezándose.
Tienes
una fértil imaginación Jorge, y eso se nota en tu escrito... Pero
estuviste solo toda la tarde. Nadie entro ni salio de este cuarto,
los hubiera visto por el monitor de seguridad.
Desconcertado
y sin recordar como había realizado la tarea y mucho menos como se
había quedado dormido, cerró los tres libros que se hallaban
abiertos sobre el escritorio y los devolvió a la bibliotecaria.
La
mujer luego de guardar los volúmenes acompaño al joven a la salida
y se despidió diciendo:
Espero
verte pronto por aquí de nuevo. Enviale muchos saludos a la
profesora Margarita.
El
sol comenzaba a caer sobre el pueblo y la temperatura comenzaba a
bajar, aunque Jorge era ajeno a todo ello ya que ocupaba su mente en
aquel fantástico sueño y en particular en las palabras que le
dijera el fantasma de Dickens:
“Escribir
es obligatorio, mientras que la lectura de él es una decisión que
el lector debe tomar”.
Un
terrible deseo de expresarse se apoderó de él. Miles de historias,
como un torrente incontenible, buscaban impetuosas salir a la luz.
El germen guardado en el interior de Jorge había echo eclosión y
ya nadie lo podría detener jamas.