El escritor francés William Somerset Maugham, dijo: “Adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi
todas las miserias de la vida” y concuerdo plenamente con él.
Qué bien nos hace el desenchufarnos, aunque sea por unos minutos, con un
buen libro. Un libro que, gracias a su lectura, nos haga viajar a historias fantásticas
provenientes desde el fondo de la mente, corazón y espíritu, de hombres y
mujeres que, sin egoísmo, compartieron horas de su vida para plasmarlas en el
papel. Historias, encerradas en un libro o un código decodificado por una
tablet o un Smartphone, que pueden convertirse en nuestra mejor compañía en las
largas esperas en la cola de un banco, en
un extenuante viaje en bus o tren, o
en la más solitaria soledad, haciéndonos olvidar que no podemos, mientras el
bicho coronado siga suelto, sentir el corazón del otro en un abrazo. Historias
que nadie conocería si no fuera por un verdadero equipo de personas que, desde
el escritor al librero, pasando por correctores, diagramadores, dibujantes,
editores, imprenteros y distribuidores, dan todo de sí para que estas lleguen a
nuestros sentidos en forma de libro.
Estamos transitando un año extremadamente difícil, donde un libro puede
hacer una gran diferencia. Un año en el cual todas estas personas invisibles
que se encuentran detrás del libro siguen trabajando en la publicación de
nuevos títulos para beneficio de los lectores.
Es por ello que, en el día el libro, agradezco, además de a los escritores, a cada una de las
editoriales y sus colaboradores, que, en pandemia, siguen apostando por la
publicación de nuevos viajes en forma de libro, para que, con ellos, el lector,
construya un refugio hasta la llegada de ese anhelado abrazo que nos indique
que el miserable con corona ya no está y afuera, el sol, volvió a brillar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario