Era el 1 día de clases de 1977 y la maestra le indico “al nuevo” que se
siente junto a mí. Bajo y de pelo castaño, lo primero que hizo fue sacar un
cuaderno forrado con diseños egipcios y sarcófagos de Tutankhamon. Para que…
desde ese momento comenzamos a conversar y nuestra amistad fue creciendo a
pasos agigantados ya que nuestros gustos por Egipto y en especial sobre el
reino animal eran casi iguales. A este encuentro le siguieron carreras y
expediciones en bicicletas por arroyos contaminados; búsqueda de huellas de
pumas imaginarios, el más cercano estaría a varios kilómetros de distancia en algún
zoológico; lanzamientos de aviones y cohetes de papel y pólvora tripulados por
hormigas y saltamontes; en fin, infinidades de locuras de niños y adolescentes que
solo los verdaderos amigos contados con los dedos de una mano, esos casi hermanos,
pueden entender.
Mucha agua ha pasado por debajo del puente de nuestras vidas y, como es lógico,
muchos de los acontecimientos vividos nos fueron cambiando y transformando en
lo que somos hoy, sin embargo, ni el tiempo, ni la distancia de más de 1500km y
una frontera de por medio han podido destruir aquella amistad y nunca perdimos
contacto, a pesar que las comunicaciones no eran como las que conocemos hoy en
día. Por eso, hoy, en la mitad del año y en la mitad del mes, como suele decir
él, levanto mi copa para festejar un año más de vida de mi hermano del corazón,
Leopoldo Bussio.
¡Muchísimas felicidades Leo!!! Por varios años más.
Excelente muy buena historia
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