Bicentenario

Cuantas veces nos ha pasado que habiendo preparado minuciosamente, inclusive ya con las maletas y pasaje en mano surge un imponderable que hecha por tierra todos nuestros proyectos.”El hombre propone y Dios dispone”, se dice cuando esto ocurre.

Esta situación acabo de pasarla con los festejos del bicentenario argentino. Primero se me invitó a la embajada en donde, según me enteré, se festejo a lo grande y yo con problemas estomacales en casa a puro té y tostaditas.

Como si esto fuera poco también se me había invitado al encuentro de escritores que, por motivo del bicentenario se realizaría en la ciudad de Resistencias, Provincia del Chaco, República Argentina, el cual se suspendió a menos de 48 horas por problemas de previsión en la organización.

Y así el festejo del bicentenario de la revolución de mayo se me ha escurrido entre las manos pero... como dicen... por algo será y... no hay mal que por bien no venga.

Es comprensible que en el primer momento nos queramos rebelar, que pateemos y zapateemos como el duende Rumpestiltzien, sin embargo nada podemos hacer más que decir... será para otra vez.

¿Será para otra vez? Pero...¡caramba!... no podre asistir al tricentenario, ni siquiera al bicentenario y medio... ¿pero saben?, no importa, tengo al bicentenario de Paraguay en menos de un año. Si el bicentenario de Paraguay, país en donde vivo hace 26 años y donde mi actividad literaria se esta desarrollando viento en popa, así que espero que, si todo sale bien, el año que viene estaré festejando doble. Después de todo, independientemente del lugar donde se nace, los escritores somos ciudadanos del mundo.