La ciudad había
despertado hacia un par de horas. El bullicioso concierto matutino de
las aves, que anidaban en los frondosos árboles del parque, competía
con el rugir de motocicletas y automóviles que transitaban por la
doble avenida que separaba al parque del museo privado de ciencias
naturales y sociales de la capital.
La luz blanca del
semáforo indicó a los peatones el momento para cruzar la avenida.
De entre el grupo de peatones, presurosos por llegar a sus
respectivos trabajos, se destaca un hombre alto y delgado que vestido
con un pulcro traje azul y zapatos de charol negros portaba un gran
paraguas negro a modo de bastón.
El hombre,
despreocupadamente y como si fuera dueño del tiempo, se dirigió a
la escalera de mármol que daba acceso al museo. Se acercó al
canillita que se encontraba junto a uno de las dos imponentes
estatuas del legendario tigre dientes de sable, compro el periódico
del día y ascendió las escaleras deteniéndose justo debajo del
frontis del edificio, sostenido por seis gruesas columnas Dóricas de
mármol con sus capiteles tallados. Tras observar por unos instantes
el techo y a su alrededor, ingresó al salón principal del edificio
donde colgado de la cúpula se hallaba el titánico esqueleto de una
ballena azul.
Buenos días señor
Director-saludó uno de los funcionarios apostados en el lugar.
Buenos días
Gutiérrez, por lo que he visto los del servicio de limpieza
nuevamente han omitido sacar las tela arañas y limpiar como se debe
los mármoles del frontis. Llámelos y dígales que hasta que no
terminen el trabajo no les daré un centavo. ¿Acaso esa gente cree
que aquí regalamos dinero?
Está bien señor,
lo haré ahora mismo.
Antes de hacerlo,
dígame ¿llegó el artefacto que esperábamos ayer?
El sarcófago
egipcio y su contenido llegó ayer por la noche. De hecho el
profesor Croissant ya se encuentra con su equipo desembalándolo.
El Director, presuroso,
se dirigió al tercer subsuelo donde, como había adelantado el
funcionario, el arqueólogo ya se encontraba desembalando la
reliquia.
Buen día Jacques-
dijo el Director al arqueólogo en el preciso momento que este abría
la tapa del sarcófago- ¿Te parece que hicimos buen negocio?
Buen día Wilson.
Creo que sí. Ha sido una buena adquisición- respondió mientras
observaba las inscripciones del sarcófago- Por lo que veo la momia
en sí no ha sido “desempaquetada” como insistes en decir. Es de
finales de la Dinastía XVIII, evidentemente un noble o
sacerdote…probablemente una mujer… de entre quince y dieciocho
años…Según estas inscripciones esta relacionada con la diosa
felina Basted, lo que concuerda con la zona en que se la
encontró…Tendría que hacer otros estudios para decirte más.
¡Perfecto! Quiere
decir que entre los trapos todavía puede haber sorpresitas.
Aprovecha y utiliza el escáner computarizado que nos donaron los
japoneses y si ves algo interesante ya sabes…catalogamos y a la
vitrina… lo que sobre guárdalo en el sótano.
Las
momias me recuerdan a unos chocolatines de mi infancia que traían
ocultos juguetes dentro de ellos. Mis abuelos me compraban por
decenas, y yo, luego de sacarles el juguete, guardaba el chocolate en
la heladera… ¡Qué tiempos aquellos!
Recuerdo bien
aquellas golosinas…y los empachos que me causaron- expresó el
arqueólogo disimulando el disgusto que estas palabras le causaron
mientras, con dos ayudantes, retiraban la momia del sarcófago y la
colocaban en la camilla del escáner- Pero despreocúpate, con estos
nuevos instrumentos que nos donaron los nipones sabremos hasta
cuantas veces se refrió este sujeto.
Eso te lo dejo a ti
y a tu gente, yo me encargaré del show de luces y sonidos que tengo
preparado para lanzar la nueva sala mesopotámica…He contratado
unas bailarinas exóticas que vestidas de sacerdotisas babilónicas
danzaran y servirán vino a los presentes. Veras como en esta
ocasión conseguiremos muchas donaciones para pagar los equipos y
personal que solicitaste.
Tu siempre tan
“practico” e ingenioso para conseguir dinero. Sin embargo creo
que olvidaste el verdadero espíritu de la arqueología.
Bueno Jacques- dijo
el director haciendo caso omiso de estas últimas palabras-, te dejo
con tus juguetes nuevos. Iré a mi despacho a ultimar los detalles
para la “exposición” babilónica.
Se que de ti y tu
espectáculo dependen nuestros sueldos e investigaciones, pero no
olvides que esto es un museo y no un local nocturno- expresó el
profesor Croissant, mientras encendía el complejo escáner.
Descuida. Haré que
terminen la danza de los siete velos cuando todavía les queden un
par de estos- dijo despidiéndose para luego subir presuroso las
escaleras, ingresar a su despacho y ponerse a leer el periódico.
Tras
leer las noticias internacionales, pasó al suplemento cultural donde
se encontraba un reciente reportaje que se le había hecho sobre la
nueva imagen que se le intentaría dar al museo, junto a un articulo
titulado “Patrimonio de la humanidad o botín egoísta” en el
cual su autor, el profesor Horacio Salemi del Instituto de
Investigaciones, proponía devolver las piezas arqueológicas de los
museos a los países de origen y reemplazarlas por sus imágenes
holográficas.
Creyendo
absurda la propuesta del doctor Salemi continuó ojeando el periódico
cuando, de pronto, sus ojos se detuvieron horrorizados en un titular
que decía: “Fue desbaratada banda de profanadores de tumbas”.
El
articulo, que seguía a continuación, detallaba como seis
delincuentes habían violado los panteones del cementerio de la
ciudad y, posteriormente, comercializaron los restos óseos que
descansaban en ellos a los estudiantes de medicina. Inclusive,
continuaba diciendo la crónica, se habían encontrado entre los
objetos robados placas, cruces de bronce y un grupo de joyas de oro,
plata y piedras preciosas. Entre estos, un anillo de oro del Barón
Wilhem von Kraus, fundador del primer periódico de la ciudad con el
que había sido sepultado en 1863, y rosario de coral con engarces de
oro de doña Gertrud Hofmann, esposa del anteriormente mencionado.
¡A que hemos
llegado! Hoy en día ya no se respeta ni a los muertos-dijo
indignado.
No comprendo de que
se horroriza- dijo una joven que, sin que Director lo percatara, lo
estaba observando hacia algunos minutos recostada en una imitación
de sillón romano.
¡Disculpe! ¿Usted
cree que saquear una tumba e interrumpir el descanso eterno de un
ilustre, como lo fue von Kraus, no es un acto despreciable? Además
¿quién la dejó entrar? ¿Quién es usted?- dijo ofuscado el
Director.
La
mujer, de unos dieciocho años, proporcionada figura y de estatura
mediana, poseía cabellos lacios y negros como la noche, adornados
por una delicada flor de loto blanca colocada detrás de la oreja
izquierda. Lucia un vestido ajustado de algodón que caía desde
debajo del pecho hasta los tobillos, sujeto con dos tirantes que le
cubrían sus bien formados senos. Por ultimo desde los hombros, donde
terminaba su cabellera, hasta sus pies descalzos, colgaba en pliegues
una pieza de algodón a modo de capa.
Según tengo
entendido usted pidió por mí. Y sí, tiene razón. Es un crimen
despreciable profanar el descanso de los que ya no están entre los
vivos y robar sus objetos personales vanagloriándose de ellos y
exhibiéndolos en las vitrinas de sus palacios.
Ah, usted debe ser
de las bailarinas que amenizarán la exposición… Aunque creo que…
se equivocó de vestimenta…yo pedí bailarinas con atuendos de
Babilonia…no de Egipto…aunque… ¿Quién se dará
cuenta?-tartamudeo el hombre al observar en toda su magnificencia a
aquella beldad.
No soy bailarina…soy
sacerdotisa de Basted.
No importa que no
sepa bail… ¿Sacerdotisa de quién?-dijo el Director dando un
salto de su asiento y dirigiéndose hacia la ventana sobresaltado.
Soy Sacerdotisa de
Basted del templo de la ciudad de Per-Basted, llamada por algunos …
Bubastis…y
actualmente…Zigazig-dijo el Director pálido como una hoja de
papel al percatarse que quien le hablaba era un espectro- ¿Qué
clase de broma me esta queriendo hacer? ¿Quién es usted?
No es ninguna broma.
Mi nombre es Irepamón y según tengo entendido, has entregado
muchas piezas de oro para que se traiga mi sarcófago a este extraño
templo-dijo con voz pausada y melodiosa.
¿Qué quieres de mí
espectro? ¿Por qué me atormentas? ¿Qué te he hecho?
No me has hecho nada
más de lo que los hombres que en estos momentos están, con sus
ojos y extrañas maquinarias, mancillando mi cuerpo. Tampoco me
haces más que aquellos que profanaron los restos y bienes de tu
ilustre von Kraus, su esposa y demás difuntos.
Mire se…
señorita…No quiero que se enfade con migo pero… usted se
equivoca. En estos momentos el Profesor Jacques Croissant esta
realizando estudios sobre la momia…sobre su momia… para develar
al mundo los secretos de su muerte y a través de estos los de su
vida. Es gracias a estos estudios que el hombre puede conocer más
sobre su pasado.
Y además
“desempaquetarme” y quedarse con las “sorpresitas” que los
sacerdotes guardaron entre los vendajes para protegerme en el viaje
al Reino de Osiris – prosiguió diciendo cínicamente la aparición
recordando las palabras que dijera el Director minutos atrás.
Este…eso…si…las…
sorpresitas…Es una manera de decir…le prometo que lo que se
encuentre será colocado en un lugar de honor en el pabellón
Egipcio.
Me imagino que con
el resto del tesoro robado a alguno de mis antepasados o
descendientes, de la misma manera, que los hombres que menciona el
extraño papiro que estaba leyendo hace unos instantes hacían con
las joyas de los difuntos.
Pero señorita…usted
esta confundida…El Barón von Kraus murió hace un poco más de
ciento cincuenta años, en cambio usted… bueno… es parte de la
historia de la humanidad y por ello todos tienen derecho de ver sus
objetos. Para eso se inventaron los museos.
O sea que según
usted, el respeto a los muertos y sus almas tiene fecha de
caducidad. Esta muy equivocado y me entristece. No tienen ningún
derecho de comprar, vender, intercambiar o exhibir a príncipes,
sacerdotisas o cualquier difunto como si fueran un jarrón en un
mercado exótico mientras las bailarinas danzan y sirven vino a los
visitantes. Si quieren conocer su pasado, excaven, descubran y
estudien los templos, ciudades, lugares de batallas, pero no
profanen. Respeten a los muertos y a sus pertenencias. Porque si no
lo hacen no tienen derecho a protestar cuando sus tumbas, o la de
sus seres queridos, sean saqueadas y sus huesos y pertenecías
vendidas al mejor postor.
No le digo que deje
de tener razón pero, en mi defensa, le puedo decir que los museos
se han creado para preservar la historia ya que muchos objetos
serian destruidos por la desidia de las personas que actualmente
viven donde ustedes lo hicieron. Por ejemplo, como bien dijo, usted
fue sacerdotisa de Basted y su mastaba fue encontrada por
casualidad, en la actual ciudad de Zigazig, mientras un hombre
construía el sótano de su casa. Si los museos no existieran
probablemente el hubiera intentado vender lo encontrado en partes o
simplemente destruido al no poder hacerlo.
Conozco bien el
suceso que llevo a interrumpir mi descanso. También estoy al tanto
como es que llegué aquí sin que el faraón que gobierna hoy sobre
Kemet, o Egipto como tú lo llamas, se entere…Creo que eso te pone
en la misma situación de los estudiantes que compraron los huesos
que mencionaba tu extraño papiro.
En realidad… no es
lo mismo… Como dije anteriormente muchos pueblos de hoy, a pesar
de sus glorias pasadas, se debaten en la miseria descuidando sus
patrimonios históricos. Yo mismo he sido testigo de como una
estatua de Ramsés El Grande era usada como baño publico. Es por
ello que en el transcurso de los años gobiernos como el inglés, el
alemán, francés e inclusive el norteamericano, entre otros, han
invertido fortunas para rescatar de la destrucción al patrimonio de
la humanidad que en esos países se encuentran.
¿Realmente crees
que los ejércitos franceses, ingleses, alemanes, turcos y sus
gobiernos, entre otros pensaron, al pasar por mi amado Kemet y otros
pueblos, sólo en proteger las reliquias que llamas patrimonio de la
humanidad cuando cargaron sus barcas y llenaron sus templos…museos…
con ellas? ¿O simplemente fue el oro de estas lo que los impulso a
“protegerlas” en sus propias arcas? No veo diferencia en lo que
hacían los generales asirios o hititas cuando masacraban una ciudad
y saqueaban sus templos y palacios embelleciendo sus propias
residencias con el botín conquistado.
Sin
embargo sé que tienes parte de razón, ya que de no ser así no
estaría aquí junto a los restos de un príncipe quechua y los
restos óseos de una princesa de Elam. También he descubierto que tu
mundo es muy distinto al mío y no puedo cambiar lo que está hecho,
solamente pido ser tratada con respeto.
¿Quieren
estudiar y aprender de mí y de mi pueblo? Bien. Pero una vez que
concluyan sus estudios devuélvannos de donde nos encontraron y
sellen el lugar para siempre. No nos arranquen de nuestro lugar de
descanso para, luego de ultrajarnos y robar lo poco que nos queda,
arrumbarnos apilados en un frió, polvoriento y solitario sótano,
como si fuéramos sacos de granos, ánforas de vino o de cerveza.
Eres un buen hombre y se que harás lo correcto.
Si que ha cambiado
el mundo ¡y mucho!- suspiró el Director-. Desde antes de la
invención de la rueda, el hombre ha evolucionado gracias a su
capacidad de asombro y continua búsqueda de si mismo. Es cierto
también que muchos, en especial a finales del siglo XIX, saquearon
los tesoros de Egipto y otros pueblos con el conocimiento como
pretexto. Sin embargo, mujeres y hombres, como el profesor
Croissant, quieren con sus estudios de campo y de laboratorio,
develar el oscuro manto que cubre el pasado de la humanidad. La
tecnología de hoy ayuda mucho pero… solamente alguien que vivió
en la antigüedad podría darnos las respuestas que buscamos.
Lamentablemente me
pones en un dilema-continuó diciendo el Director-. Como encargado
de este museo podría convencer al resto del Comité Directivo y
devolver absolutamente todas las reliquias a sus lugares de origen,
sin embargo al hacerlo me quedaría sin museo y sus empleados sin
trabajo.
No precisamente...
Lo acabas de decir. La tecnología hoy está al servicio del
conocimiento…Te he escuchado leer las palabras del sabio Horacio…
¿Te refieres a los
equipos de proyección de hologramas del Profesor Salemi?-
interrumpió el Director.
Sí. Aunque me
gustaría que me expliques ¿qué es un holograma?
Es una técnica
fotográfica mediante la cual, a través de un rayo láser, se
obtiene la imagen tridimensional de un objeto determinado haciendo
creer a quienes lo ven que realmente están ante este. Para que lo
entiendas mejor, es como si fuera el fantasma del objeto.
Eso quiere decir que
con esa magia los visitantes de este palacio podrían llegar a creer
que están verdaderamente ante los tesoros de la humanidad.
Así es… pero…
la exposición en poco tiempo perdería su atractivo y los mecenas
pronto dejarían de interesarse en las distintas salas y por
consiguiente de aportar su dinero destinado, en su mayoría, al
costoso mantenimiento que desde ya tiene este edificio, sumado al
costo derivado de las nuevas maquinarias y equipos.
Eres un buen hombre,
tal vez un poco confundido pero bueno al fin. Estoy segura que
conoces el dicho “una mano lava a la otra y las dos lavan la
cara”. Si me ayudas y devuelves a los difuntos y sus pertenecías
a sus tierras te prometo que te ayudare a que este templo sea el más
visitado por muchos años.
¿A qué te
refieres?
Confía en mí. Yo
confió en ti.
El
Director se recostó en su sillón, colocó ambas manos extendidas
sobre el escritorio, suspiró profundamente y preguntó a la
aparición:
¿Por qué me has
elegido a mi y no a Jacques para decir todo esto? Te hubiera sido
mucho más sencillo convencerlo.
A pesar que ambos
son iguales en sentimientos hacia la búsqueda de la verdad su Ka y
su Ba están en armonía con su cuerpo… los tuyos no. Tú
precisabas reencontrarte y hacer que tu cuerpo, a través de tu Ka o
fuerza vital, obedezca lo que tu Ba, o alma, pedía a gritos hace
tiempo, haciendo de esta manera que vuelvas a la senda que se te ha
trazado. Esa fue una de mis misiones. Por eso lo hice.
Varios
golpes insistentes a la puerta del despacho interrumpieron la
conversación:
Irepamón
sonrió dulcemente al director y dijo para luego desvanecerse ante
sus ojos:
Cumple tu parte y yo
haré lo mismo. No te arrepentirás.
¿Hablabas solo de
nuevo?-dijo el arqueólogo sonriendo, mientras entraba al recinto.
No…este…estaba
leyendo en voz alta. ¿Has averiguado algo sobre Irepamón?
¿Cómo sabes el
nombre de la sacerdotisa? Si… acabamos de descubrirlo en este
escarabajo de oro que se encuentra entre las vendas en el lugar
donde debería estar el corazón-expresó el arqueólogo señalando
el objeto en unas fotografías que se habían tomado con el moderno
escáner japonés.
Mmm… tú me lo
acabas de decir… ¿no recuerdas?-mintió el Director.
No. Estoy seguro que
no…
Mmm amigo…creo que
estas perdiendo el juicio. Deberé darte vacaciones… Pero
dime…hablando de trabajo: ¿Desvistieron a la mujer…? digo…
¿llegaron a despojar de sus vendajes a la momia?-pregunto mirando
al lugar donde hacia unos instantes se encontraba la aparición.
No…justamente
venia a que firmes las formas autorizando el procedimiento para
extraer esa joya además de un par de Ushebtis…unas estatuillas
que se guardaban en los vendajes del difunto para que sirvieran en
los quehaceres domésticos al difunto en el reino de Osiris.
Se que son los
Ushebtis, recuerda que fui con tigo a la universidad… ¿Crees que
podríamos aprender algo más de Irepamón sin despojar a la momia
de los vendajes?
Podría hacer
algunos estudios sobre su ADN, enfermedades…Pero dime ¿te sientes
bien?...Hace menos de una hora hablabas de la momia y sus secretos
como si fuera un chocolatín con sorpresa y ¿ahora sólo quieres
utilizar el escáner?
Me siento bien…me
duele admitirlo pero tenias razón cuando dijiste que pensaba
transformar el museo en un local nocturno…en un burdel con
bailarinas exóticas…Los difuntos y el pasado merecen más
respeto… Ve, continúa con tus estudios sobre Irepamón, mientras,
yo cancelaré lo de las bailarinas y luego hablare con Horacio
Salemi del Instituto de Investigaciones para que nos provean de esos
sofisticados proyectores de hologramas que insistentemente nos ha
estado ofreciendo desde hace varios meses. Una vez que termines tus
estudios llamaré a los museos de El Cairo, Bagdad y Cuzco para
informarles que tenemos objetos y reliquias que les pertenecen.
Veo que estás
decidido pero… no creo que te sea tan fácil devolver las
reliquias.
Lo se, pero pierde
cuidado. Con la próxima exposición convenceré al Consejo
Directivo-dijo recordando la promesa de la sacerdotisa.
Me gusta tu idea y,
como sabes, siempre estuve de acuerdo en reemplazar las piezas con
hologramas pero… ¿Qué te ha hecho cambiar de decisión?
Si te lo dijera no
me creerías. Solamente te diré que desde ahora creo firmemente que
si no respetamos a nuestros prójimos, incluyendo entre estos a los
difuntos y sus reliquias, no tenemos ningún derecho de exigir el
respeto que negamos.
Un
par de semanas después la exposición que incluía varios hologramas
fue un éxito, como lo adelantara el Director, debiéndose prolongar
por un par de semanas más.
Tiempo
después las reliquias originales, en su totalidad, regresaron a sus
tierras siendo remitidas a sus principales museos. No tardo mucho
tiempo en que la mayoría de los museos del mundo, al ver el éxito
del profesor Wilson Jacks, siguieron su ejemplo devolviendo los
restos humanos y sus pertenencias al lugar donde habían sido
extraídos.
La
nueva era de los museos había nacido.
Sin
embargo, a pesar del gran éxito que mundialmente todas las
exhibiciones tenían, ninguna podía competir con las del Director
Wilson.
Miles
de personas, incluyendo científicos e investigadores de todas
partes, hacían largas filas alrededor del museo para poder ingresar
y ver la incalculable colección de hologramas, en especial uno,
extremadamente sofisticado cuyo secreto sólo el Director Wilson y su
amigo Jactes Croissant conocían, de una sacerdotisa egipcia llamada
Irepamón que increíblemente respondía a toda pregunta que
cualquier visitante le hiciere.