Estoy seguro que muchos de los aquí
presentes, cuando niños, después de escuchar de nuestros padres o abuelos una
historia de piratas o caballeros medievales, ha jugado a ser el héroe de estos
relatos, combatiendo a feroces enemigos de peluche, encontrando tesoros ocultos
en la impenetrable selva de nuestros jardines, o comandando una flota pirata de
poderosas embarcaciones de latas de sardina en un océano contenido en la pileta
de lavar la ropa.
Este ritual se lleva a cabo hace
millones de años y no ha dejado de practicarse a pesar de que haya quienes
digan que no tienen tiempo para leer a sus niños. Desde que el primer humano se
sentó junto a un fogón a contar sus aventuras, las de algún antepasado, o las
de su imaginación, estas además de afianzar un vínculo con el narrador, no solo
sirvieron para que los que las escuchaban se divirtieran o jugaran con su
imaginación, sino que también para que abrieran su mente a cosas y lugares
desconocidos, además de un aprendizaje sobre los peligros que pudieran enfrentar.
Tal vez la elaboración y complejidad
de aquellas historias y las de hoy sea distinta, sin embargo, su finalidad es
la misma: Transmitir un mensaje claro y, aunque acorde a la edad del
destinatario, sin subestimar al receptor. Ese es el problema de muchos de los
llamados cuentos infantiles en donde se cree que por empalagar con diminutivos
el mensaje será recibido con beneplácito por la menuda platea que no acepta gato
por liebre. Esto NO es lo que ocurre
con Lucy y el coronavirus.
Esta historia, narrada por una
tercera persona, tal vez la abuela de Lucy, plantea el actual tema del SARS COV
2, desde la perspectiva de una niña de 7 u 8 años y de como esta se enfrenta al
nuevo escenario que le toca vivir. Con un lenguaje claro y sencillo, pero sin
abusar con la inserción de molestos diminutivos, Mirtha Roa, nos introduce en
el mundo de Lucy, una niña a la que de un día para el otro se le desinfla la ilusión
de viajar para ir a ver sus abuelitos debido a un bichito con corona que viaja
por pueblos y ciudades enfermando a todos. Con el ingenio propio de su edad,
Lucy, enfrenta esta dificultad junto con Roby, su hermano menor, a quien le
enseña a defenderse y cuidarse de este inoportuno virus al que, si bien los
mantiene encerrados en su casa, logran vencer con su fértil imaginación y con
la tecnología, gracias a la cual, virtualmente, pueden comunicarse y ver a sus
queridos abuelos e ir a la escuela.
Aunque estoy convencido que para
que un niño se convierta en un adulto lector, sus padres, abuelos, tíos y demás
adultos que lo rodea deben dar el ejemplo del habito de la lectura y lo deben
introducir en el maravilloso y mágico mundo de los libros, SERVILIBRO, en esta
edición permite, gracias a la tecnología, que Mirtha, de forma virtual, les lea
esta historia cada vez que lo deseen, mediante el escaneo, del código QR azul,
adjunto a en la contratapa.
Sólo me resta agradecer a Mirta por haberme permitido presentar, este, su segundo libro y a ustedes que no se pierdan la oportunidad de hacer la diferencia leyéndoles a sus hijos, sobrinos y/o nietos este bello libro ilustrado por Carolina Falcone, hija de la autora…Por lo que este es un libro hecho en familia para la familia ¡Qué mejor manera de hacer un libro! ¿No les parece?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario