Cuentos en el blog

sábado, 29 de diciembre de 2018

Chau 2018. 2019 ahí vamos!


En un par de días el mundo completará otra vuelta en su sempiterno baile con el sol y, con esta, la gran clepsidra del 2018 habrá dejado caer la última gota de este año, el cual se fue como en un soplido.
No sé si sólo a mi me parece o los años duran menos que antes. Cuando era niño dos meses duraban una eternidad, más aún cuando este tiempo era el que faltaba para terminar las clases. Ahí sí, todo parecía congelarse y detenerse. Hoy los meses se derriten en nuestras manos como helado en verano. Hasta podría decirse, si seguimos así, que mañana me despertaré y ya será algún día del 2020.
2018 fue un gran año para mí. Un año en donde si bien se asomaron algunas piedras en su curso, estas fueron sorteadas satisfactoriamente. Fue un año en el cual conocí y compartí con personas maravillosas las cuales ampliaron mi horizonte y conocimientos. Leí 46 libros, recorrí gran parte del Paraguay acompañado por el infatigable Feliciano Acosta, llevando sonrisas en forma de libros ahí donde se necesitaban. Pisé Panamá, conocí Costa Rica, me bañe en el Océano Pacífico, caminé y me divertí en el volcán Irazú y publique mi primer novela fuera de Paraguay (El cetro del Tahuantinsuyo). También, publique mi libro 16 en Paraguay (Aventuras a lo Supremo) y, ya casi en el estribo del año, firme contrato para la edición de mi tercer cuento infantil (Drilo el yacaré viajero).
Muchos temen al paso del tiempo, ese no es mi caso. Para mí, no hay que temer al tiempo sino a lo que hacemos o dejamos de hacer con él, así que si es cierto que el gran reloj de arena de Cronos se pincho y se desgrana más rápido que antes, solamente deberemos poner más ahínco y aprovecharlo mejor.
Una frase de autor anónimo dice:
"Somos lo que hacemos día a día, de manera que el éxito no es un acto sino un hábito"
Creo que esta reflexión de fin de año es una buena oportunidad para tomar el toro por sus cuernos y hacer que en el 2019 el éxito sea un hábito para nosotros, inclusive si alguna nube se presenta a lo lejos.
El año chino del perro se va y nos deja con el noble y generoso cerdo que, según dicen, traerá una buena etapa, lo cual no significa que estaremos libres de dificultades pero podremos superarlo con un poco de paciencia y cuidados. No sé si esto sea cierto...o un simple cuento chino que sólo tenga que ver con los efectos de los continuos brindis que para estas fechas eleva nuestra alcoholemia, lo que sí es cierto es que quiero desearles a todos que el 2019 sea un año pleno y que podamos superar las barreras que pretenden impedir nuestra felicidad, éxito, salud y... porque no... Amor.
¡Un ciberabrazo de luz y un muy feliz 2019 cargado de éxitos y buena lectura para todos!


sábado, 15 de diciembre de 2018

Cuando los personajes cobran vida o cuando la vida se hace personaje.



Cuando se lee un libro, de esos que atrapan desde el primer renglón, uno suele identificarse con alguno de los personajes haciendo que este cobre vida. Hasta podría decirse que ese personaje se siente tan, tan real que hasta da ganas invitarlo a tomar una taza de té y discutir tal o cual acción tomada en su paso por aquel mundo imaginario en el que fue colocado por el autor. Es así que existen lectores que se enojan con el creador de una obra porque tal o cual personaje actuó de un modo o dejo de hacer tal o cual cosa.
Entonces uno se pregunta ¿De donde surgen esos personajes entrañables? ¿Acaso el escritor los saca de alguna galera y los introduce con un pase mágico en el texto?
Lamentablemente, para el desánimo de muchos, esto no es así. Los personajes surgen de la observación que, día a día, el autor hace de su entorno. Un portero atento, un taxista argel, un hijo, una hermana del corazón, una amiga, un amor imposible mezclado con la figura escultural de otra persona, incluso el mismo autor, son las bases, que dan vida a esos entrañables personajes como Cirano de Bergerac, el Principito, Sinuhe el egipcio, Sandokan, y  Perci Jackson, entre otros.
Observar y escuchar al mundo que nos rodea son las bases y las herramientas para poder, de forma segura, tomar nuestros sentimientos, vivencias y opiniones y transformarlas en historias ficticias... o no tanto. 
Es por eso que agradezco de todo corazón a todos aquellos seres que me permitieron captar su esencia y con esta darles el alma a mis personajes. También, porque no hay que dejarlos de lado, agradezco a todos a aquellos sin los cuales los villanos de mis novelas no lo serian tanto.
En fin, bondad y maldad, envidia y lealtad, rico y pobre, siempre estuvieron en toda época y parte del mundo, sólo hay que saber observar, escuchar, “rumiar”  y un personaje estará listo para vivir, para y con el lector, una nueva aventura.