Cuentos en el blog

sábado, 28 de febrero de 2009

El agua y el aceite en la vida


Hace algunos años, mientras estaba en la escuela, el profesor de física explicando la densidad de los líquidos realizó el experimento del agua y el aceite.
En un tubo de ensayo colocó aceite de cocina y seguidamente le agregó agua. Como era de esperar ambos líquidos quedaron separados. El profesor coloco este mismo tubo de ensayos en una centrifugadora, y luego de unos instantes de centrifugar ambos líquidos y retirar el tubo de ensayos este contenía una emulsión en donde los dos líquidos parecían haber sido mezclados definitivamente, sin embargo después de un tiempo los tercos fluidos volvieron a separarse.
Muchas veces en la vida nos encontramos con esta misma situación. Creemos conocer a alguien que parece ser tan agua o aceite como nosotros. Ambas personas, siguiendo añejos patrones sociales o de cortejo, disfrazan conciente o inconcientemente su naturaleza, su densidad, y centrifugándose en el torbellino del miedo a no ser aceptado o del amor, hasta llegan a creer que tienen igual densidad. Sin embargo las propiedades de “agua y aceite” subsisten y ni bien la centrifugadora se detiene no tardará en presentarse lo inevitable.
A diferencia de los líquidos las personas tienen la capacidad de hacer que la centrifugadora siga girando, no obstante ese es un trabajo de todas las partes. Si la intolerancia, las ofensas, el egoísmo y la mentira aparecen en la mezcla automáticamente apagarán al centrifugador presentándose lo inevitable.
Lo importante en una relación, sea esta de pareja, amistad, o las cotidianas interacciones dentro del seno de la misma sociedad, es ser siempre autentico y no querer hacer pasar aceite por agua, por más que ésta se vea tan fresca, cristalina, y atractiva a nuestros ojos y paladar. 
Si negamos nuestra naturaleza, nuestros principios, nuestra escencia, llegara irremediablemente el momento que la centrifugadora se apague y no tendremos más que reconocer, dolorosamente, que el agua y el aceite no se mezclan.

martes, 24 de febrero de 2009

Los sonidos del silencio o el miedo a vernos en el espejo del alma.


Se define al silencio como la ausencia de ruido o sonido, la abstención de hablar, sin embargo nunca el silencio es total. Al contrario, cuando menos ruido hacemos, cuando más esfuerzo ponemos en acallar a nuestro entorno comienzan a surgir otros sonidos, otras sensaciones desconocidas, postergadas u olvidadas en el torbellino en el que la sociedad nos atrapa.

Estas sensaciones, producen muchas veces miedo. ¿Será acaso este miedo producto de la reacción de auto defensa que tenemos a lo desconocido? O simplemente el miedo a encontrarnos a nosotros mismos y que no nos guste lo que vemos.

El hombre de hoy en día esta inmerso en un bombardeo de “ordenes” impuestas por la misma sociedad. Muchas veces estas ordenes, disfrazadas de “modernas” costumbres sociales, van contra nuestras fibras mas intimas pero, sin embargo, las acatamos para no quedar descolocados, para no estar fuera de onda, o como diría un adolescente para no ser un NERD.

Al acatar estas imposiciones, que nuestro interior rechaza, cambiamos lo verdadero por lo banal, nuestro verdadero ser por lo que quieren que seamos. Aunque al principio no se note la diferencia con los años esta se transforma en un verdadero abismo.

Es por esto que cuando llegamos a casa del trabajo nos aturdimos con la radio, la televisión, la licuadora, y cuanto objeto acalle los gritos que da nuestro “yo interior” para que retomemos la senda perdida.

Es cierto que el hombre es un ser social, pero eso no quiere decir que tengamos que transformarnos en el clon del vecino simplemente por el miedo a estar solo y no ser aceptado.

Debemos perder el miedo a estar en silencio y dejar un tiempo para reflexionar y cotejar las actitudes tomadas con las que deberíamos haber tomado.

Si bien la definición de sociedad dice que es:

Una “agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida”[1], esto no quiere decir que el individuo debe despersonalizarse y perder sus valores por ser parte de esta.

Cada individuo debe respetar la individualidad de cada miembro de la sociedad enriqueciéndose con lo bueno que pueda aprender del otro sin perder su identidad o sus valores. Cuando esto ocurra, de seguro, podremos volver a disfrutar, y sin miedo, los sonidos del silencio.


[1] extraido de Microsoft® Encarta® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

 

¿El envoltorio o la golosina?


La cultura occidental nos ha inculcado que lo superficial es lo principal. Nos importa más con que vestimos el caparazón y como alimentamos el ego y la vanidad, pero olvidamos la importancia de alimentar el alma, el espíritu, el "yo superior"
¿Cuantos a nuestro alrededor prefieren ir de shoping a quedarse en casa disfrutando de un libro o simplemente quedarse acompañado de uno mismo?. La gente que nos rodea teme quedarse solo porque teme encontrarse con ella misma.
El alma es lo que nos hace iguales, es lo que nos acerca más los unos a los otros porque cada alma es parte de un todo. Un todo de donde vinimos y a donde volveremos tarde o temprano, sin importar que marca de camisa usemos o que religión profesemos.
La banalidad terrenal hace que la gente se preocupe del cascarón que contiene al alma olvidándose de esta. Es como si atesoráramos los envoltorios y tiráramos las golosinas que en este vinieron envueltas.Olvidamos que ese envoltorio solo sirve para que la golosina pueda cumplir su cometido y no a la inversa.
A mi parecer la misión que nos trae a esta tierra es hacer brillar y crecer nuestra alma, nuestro "yo interior", y hasta que esta misión no se cumpla en su totalidad no podremos subir la escalera que nos llevara a la luz infinita.

jueves, 19 de febrero de 2009

¿Por qué escribis?...


Muchas veces me han preguntado: ¿Por qué escribís? ¿Por qué quitas horas a tu sueño para escribir hasta altas horas de la noche?
Estas preguntas nunca las he respondido o si lo hice fue con una contestación escape que se me ocurrió en el momento.
Hoy luego de leer un poema en el blog “Cartas en el océano”*, de una ciberamiga, las preguntas volvieron a mí y creo que la respuesta a esta interrogante me fue revelada.
La contestación es, simplemente evitar que las historias que brotan de mi alma no queden perdidas en el tiempo y el espacio, como ocurrió con las de una persona, muy querida por mí, y que desaparecieron con él para siempre al saludar por última vez desde la ventanilla del autobús una tarde de verano.
Mis historias, como aquellas, llevan al que las escucha o lee a pasar un momento agradable, aprender de los datos históricos y geográficos, y si se leen entre líneas descubrir los valores humanos y moralejas que, como si fueran el sendero de migas de Hansel y Gretel, dejo como si de un mapa mágico se tratara.
Como quisiera realmente escuchar de nuevo esas historias de tierras lejanas con aroma a hierba, chocolate y nieve, y dormirme escuchando esa voz tan cercana y parecida a la mía, "voz como si de una canción de cuna se tratase" que arrullan mis recuerdos y avivan mi imaginación. Recuerdos acompañados de nostalgia y el traqueteo nocturno de un tren.
Situaciones provocadas por la intolerancia humana, los orgullos, las disputas vanas y hasta puede que sin sentido viéndolas pasadas por el cedazo del tiempo, pueden impedir que alguien cuente sus historias al oído de un niño ávido de aventuras. Historias con sabor a picardía de otras épocas, historias contadas con la añoranza del tiempo que se fue y no volverá. Historias que, aunque fueron pocas quedaran para siempre en el corazón y la mente del que pudo escucharlas, pero que al no ser plasmadas en el blanco papel se perderán en una generación.
Tal vez se piense que uno pretende inmortalizarse al escribir y publicar un libro. No es mi caso. Solamente pretendo, como dije, que mis novelas y escritos sean de utilidad para aquel que los lee.
Quien sabe... tal vez... estos textos sirvan a alguien que con un “gran y verdadero talento literario” se anime a plasmar sobre el papel una verdadera joya de la literatura, de su autoría.
*http://cartaseneloceano.blogspot.com/2009/02/cuentame-al-oido.html