Cuentos en el blog

jueves, 24 de septiembre de 2015

El campeón

imagen de la red

 Vistiendo un pantalón corto y una remera ajada, sudoroso, con sus desgreñados y grises cabellos y con la piel quemada por el abrazador sol, el anciano vendedor callejero intentó abordar al destartalado colectivo con el fin de ganarse el puchero del día.
El chofer, con cara de pocos amigos trató de impedirlo cerrando la puerta aunque él, con su habilidad para esquivar golpes y la experiencia que le trajeron los años en la calle, logro su objetivo.
-          Jefe, déjame vender estos llaveros con el escudo del glorioso – dijo, con voz gangosa, mostrándole al chofer su cajoncito repleto de llaveros con el escudo de un equipo de fútbol.
Instintivamente y con habilidad de mago deslizó a modo de soborno, en el bolsillo de la camisa del conductor, una de sus preciadas mercancías.
El chofer lo miro unos segundos de reojo y tras de esbozar una sonrisa dijo:
-          Dale, vende nomás campeón.
Con los ojos vidriosos, el anciano sonrió mostrando sus pocos dientes y repitió henchido de felicidad:
-          ¡Campeón! ¡Campeón!
De pronto, como surgido de otras épocas, el grito de campeón, campeón, retumbó nuevamente en sus oídos.
Alzó la vista hacia el grupo de pasajeros y descubrió que todos lo ovacionaban repitiendo al unísono campeón, campeón. La gente se abalanzaba pidiéndole autógrafos mientras un par de modelos, que con diminutos atuendos se abrieron paso entre los presentes, se tomaron de sus musculosos brazos y comenzaron a besarlo.
Un grupo de fotógrafos, vestidos con traje y corbata, registraban con sus cámaras el evento sin precedentes.
¿Cuanto tiempo había pasado? ¿10, 15, 40 años? En contra de lo que había pensado durante todos estos años sus seguidores no lo habían olvidado. Estaban ahí, junto a él.
¿Y cómo se iban a olvidar del gran Nicasio Noriega? ¡El único e indiscutible campeón nacional de peso pesado! Portada de las revistas especializadas y periódicos por más de cinco años seguidos. Aquel que tenia las mujeres que quisiese y tiraba billetes, de los verdes, al público presente mientras todos festejaban con el burbujeante “champú” francés después de cada pelea ganada…
Un grupo de curiosos rodeaban el lugar estorbando el paso de un doctor y dos paramédicos que se abrían paso con una camilla. Metros más allá el chófer, tomándose la cabeza con ambas manos y mirando la ensangrentada rueda trasera del bus, repetía a un policía:
- No fue culpa mía…El colectivo estaba lleno… se cayo… Le juro que se tropezó y se cayo del vehículo. No pude evitar que la rueda le pase por encima.
Dos paramédicos levantaron el cuerpo sin vida sobre la camilla y se dirigieron a la ambulancia mientras el doctor pregunta al policía:
-          ¿Sabe quien es?
-          Negativo. No portaba documentación.
-          ¿Alguno de ustedes sabe como se llamaba?- preguntó el galeno a los presentes, entre ellos un grupo de vendedores que se había acercado a curiosear.  
-          Su nombre no se… pero le decían el campeón- respondió un lustra botas.

-          Y bueno oficial… otro más para las estadísticas. Si en una de esas averigua su nombre me pasa- dijo el medico escribiendo en el certificado de defunción, en el lugar del nombre del occiso, N N, alias “el campeón”.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Antes del comienzo (Cuento)

Fotografía de la red

La brisa de la eterna mañana soplaba suavemente mientras el mágico edredón brumoso, bordado con hebras de luz, la cubría.
Hacía un tiempo que se encontraba en aquel balsámico lugar. Un lugar donde curar heridas pasadas, recapitular y prepararse para el nuevo desafío.
Él la conocía de otros tiempos. Y muy bien, como para advertir en su ser los temerosos pensamientos que preceden a un gran desafío.
Se acercó a ella y dijo:
- ¿Qué te ocurre?
- Me comunicaron que debo volver.
- También estoy a punto de partir. ¿Acaso no estás feliz?
- Se que es una bella oportunidad que se nos da para completar nuestros pendientes… pero el empezar nuevamente desde el principio, volver a tomar decisiones y con seguridad muchas de ellas erróneas…
- Nada es gratis, todo tiene un precio. Sin embargo, gracias al esfuerzo de no rendirnos ante las caídas y corregir nuestros errores es que finalmente evolucionamos. Unos antes que otros pero, al final del largo camino, todos cumpliremos con nuestra misión.
- Lo se… siento que todavía no estoy preparada.
- Deja de preocuparte, si se te ha ordenado regresar es porque lo estás. Sólo debes dar todo de ti, ofrecer a los demás el talento con el que se te ha dotado y, sobre todo, disfrutar de los bellos momentos que esta vida te proporcionará.
Además he averiguado que el lugar donde iras será agradable y aquellos que te acompañaran los primeros años son buenas personas y te darán todo lo necesario para poder cumplir con éxito tu objetivo.
- Eso me tranquiliza un poco… ¿Y a ti? ¿Se te ha asignado cerca de mi destino? -preguntó ansiosa.
- Esta vez no. Mis pendientes me alejarán al principio de ti.
- Lo que dices me entristece. Volvemos a separarnos y vaya a saber por cuanto tiempo.
- ¿Tiempo? ¿Qué es el tiempo? A esta altura ya deberías saber que eso no es motivo de preocupación y como dijo Charles Chaplin “El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto.”
- Se que tienes razón…
- Vamos, sabes bien que si no me encuentras tarde o temprano yo lo haré.
- ¿Me lo prometes?
- Claro que sí. Sabes bien que sólo debemos buscar, entre miles, a ese alguien que al igual que la pieza de un gigantesco puzzle encastre a la perfección con nuestras aristas, nuestras virtudes e imperfecciones. Ese alguien seré yo para ti y tú para mí.
Se que la tarea no será fácil, y como cada una de las piezas de este mega rompecabezas será entreverada con las demás, nos obligará a buscar por algún tiempo y con mucho cuidado, a la que coincida a la perfección, tratando de evitar cometer el error de querer hacer coincidir a la fuerza a la pieza incorrecta…
- Se a que te refieres… ese error nos alejó más de una vez.
- Bueno… Llego mi hora. Debo partir.
- Cuídate mucho y no dudes que haré desde el primer momento todo lo que este a mi alcance para cumplir mi misión y sobre todo, volver a encontrarte.
- Yo también… yo también mi tibio rayito de sol.
La luz del lugar disminuyo en intensidad a medida que él se alejaba desapareciendo detrás de la niebla inmaculada.
Ella sabia que él tenía razón. Que todo era parte del gran plan donde, al final, todo tendría sentido y todo esfuerzo premiado. Mientras tanto, debería seguir su camino.
Y así lo hizo. Cuando su momento llego, luego de un breve pero maravilloso viaje, estaba lista.
La calida y benévola oscuridad fue interrumpida mientras hábilmente era llevada hacia la segadora luz.
Un corte, casi imperceptible la separo físicamente de aquel ser que la cobijo durante nueve meses.
El grito de un llanto agudo y maravilloso se escucho fuerte en todo el quirófano. Un llanto con el cual anunciaba su presencia. Un grito con el que comenzaba, desde ese momento, a buscar a esa pieza perdida del gran rompecabezas del que ya formaba parte.