Cuentos en el blog

jueves, 19 de marzo de 2009

La nueva Torre de Babel


Todos conocen la historia de la torre de Babel[1], aquella construcción que los textos bíblicos dicen se levantó en la llanura de Shinar en la antigua Babilonia, por los herederos de Noé quienes en su arrogancia pretendían llegar al cielo y alcanzar el mismo nivel de Jehová, quien destruyó la construcción y confundió las lenguas de sus constructores.
Hoy, a miles de años de la edificación de aquella mítica torre, las personas han vuelto a comunicarse y hablar un mismo idioma. Este idioma no es de palabras sino de números y cifras; me refiero al idioma económico y financiero.
Como en la antigüedad “los constructores” esta vez también creen poder llegar al cielo con su torre, sin embargo, esta se está tambaleando debido a la crisis mundial.
Del mismo modo que en la antigüedad no se han tomado las previsiones necesarias, en cuanto a cimientos se refieren, para sustentar semejante estructura que como castillo de naipes comienza a desmoronarse a pesar de los puntales que se colocan para que la estructura no sucumba.
Como el gigante con pies de barro, esta nueva Torre de Babel, se ha construido sobre cimientos de mentira, egoísmo y aprovechamiento del hombre por el hombre.
La sociedad de consumo, ladrillos de la torre, ha llevado a que se crea que es más importante un billete con el sello de un banco central que la vida humana, cuando en realidad es la familia, y no el dinero lo que realmente debe sustentar a la “torre” de la sociedad mundial.
Del mismo modo que los europeos repartían espejitos y cuentas a los aborígenes americanos y africanos hoy en día el sistema financiero embeleza a los individuos con lujosos shopings en donde el dios es el dinero. La familia ha perdido protagonismo como piedra angular de la sociedad, convirtiéndose en muchos casos en una simple sociedad comercio-carnal, que gira en torno al billete, en donde cada integrante hace lo que la televisión y los medios les dictan para acrecentar la gran torre de babel financiera y económica.
Al igual que los descendientes de Noe, el sistema, se ha olvidado de las personas, de las que se vale para crecer y crecer sin retribuir nada a cambio.
Hoy todos se tiran de los cabellos, e inclusive algunos se suicidan, porque las bolsas del mundo caen, pero nadie se acuerda de los miles de personas que mueren por diversos motivos, entre ellos el hambre y la miseria provocadas como efecto colateral de la megalítica construcción.
No estoy en contra de la riqueza, pero si estoy en contra que esta se anteponga al ser humano desplazando a la familia como base de la sociedad.
¿Será que esta llamada “crisis financiera” es un toque de alerta para que se refuercen los cimientos, para que se vuelva a mirar a las personas como individuos y no como unidades económicas con fecha de caducidad?
Quien sabe, tal vez sea necesario un nuevo derrumbe de esta nueva “Torre de Babel” como así también una nueva “confusión” de lenguas para que esta vez se tome el camino adecuado, y a través de la familia construir una nueva torre, con humildad y sin arrogancia, para así poder llegar esta vez a la luz infinita que nos aguarda mas allá de las nubes.

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[1] En hebreo Bābhel, del asirio-babilonio bāb-ili, puerta de Dios

domingo, 15 de marzo de 2009

El mundo de Pinocho


Quien no recuerda el famoso dibujo animado “Pinocho”, aquel muñeco de madera al que le crecía la nariz cada vez que mentía. Estoy seguro que más de una vez, cuando niños, nos tocamos la nariz para ver si esta creció algo luego de haber dicho o hecho un engaño.
Con el tiempo, ese temor se fue apagando y sin darnos cuenta entramos por la carretera de la falcedad a este gran mundo donde vivimos y en donde aprendimos que una mentira bien dicha y hecha soluciona más de un problema.
 Según el diccionario la mentira es la expresión contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Pero ahí no acaba la cosa, como si fuera poco hemos aprendido que la mentira puede ser blanca, o sea la que se dice cuando se oculta la verdad en virtud a una "buena causa"; la mentira oficiosa, que es la que se dice con el fin de agradar a alguien, entre otras tantas con las que sin darnos cuenta convivimos día a día.
Todos, desde el publicista hasta el mecánico pasando por el infaltable político, mienten de alguna manera para conseguir sus objetivos. Pareciera que la verdad no alcanza para convencer a alguien. ¿Será que en el fondo queremos que nos mientan para dar la razón a nuestro ego? ¿Necesitamos de la mentira para reafirmar día a día nuestro yo? ¿Será que buscamos que nos mientan para silenciar a nuestro “Pepe Grillo” que nos dice que estamos yendo por el mal camino? Y si es así ¿de que nos quejamos?
¿Será que esta gran mentira en la que vivimos, al igual que Pinocho, es la causa de nuestros males? ¿Será que nuestras largas narices nos impiden ver que en la verdad está la luz?
Gracias a la mentira el mundo se está transformando en un lugar donde cada vez se hace más difícil confiar en alguien, transformándonos seres egoístas y solitarios. Un mundo en donde la contaminación es el pan de cada día, donde miles de seres mueren cada minuto porque alguien dice “que nada va a pasar”.
Quien sabe, tal vez, si dejáramos de mentirnos a nosotros mismos y comenzáramos a hablar con la verdad, aunque lo que digamos no guste, el hada de luz transforme nuestro corazón de piedra y haga de nosotros nuevamente los seres que nunca debimos dejar de ser.

domingo, 8 de marzo de 2009

¿Ropaje de príncipe o de mendigo?


 Si buscamos en el diccionario la palabra cultura, encontraremos la siguiente definición:
“Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”.
Dentro de este “conjunto de conocimientos”, si nos referimos a la cultura de una región o país especifico en un momento determinado, encontramos los modos de vida, costumbres, conocimientos y grado de desarrollo científico, artístico, intelectual, que se han dado en este lugar. Podemos decir entonces que la cultura es el ropaje con el cual los demás ven a ese país o región determinada.
Así como muchas personas juzgan a otra por su vestimenta, a los países o regiones se los juzga por su grado cultural.
Este punto que acabo de manifestar fue visualizado hacia el 74 a.C. por el político romano Cayo Mecenas quien decidió ser el benefactor de la literatura y las letras, estimulando en especial a los poetas Virgilio y Horacio, gracias a lo cual su nombre se asocia hoy día con las personas o instituciones que apoyan a las artes o ciencias para el desarrollo de la cultura.
Demás esta decir que sin el mecenazgo de algunos bancarios y papas como la familia Médicis, Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio, o Miguel Ángel Buonarroti, jamás hubiesen podido hacer las maravillas que en su época enaltecieron a Florencia y hoy son uno de los incalculables tesoros de la humanidad.
Es lógico que nadie dé nada por nada, es cierto que estos mecenas se beneficiaron con elogios y prestigio pero sin embargo se despojaron de una pequeñísima parte de su fortuna para patrocinar a estos artistas y literatos.
Hoy me enteré según un artículo de ABC Color[1] que algunas de las instituciones que deberían actuar de mecenas para que Paraguay sea representado en la XXXV Libroferia de Buenos Aires, una de las principales vidrieras latinoamericanas en lo que a literatura se refiere, se han negado a aportar su parte quedando reducidas las posibilidades del país a participar de dicho evento.
Con esta mezquina actitud no solo se priva al publico de la mencionada feria, integrado por los stand de varios países sudamericanos y del mundo, además del numeroso publico asistente, sino que se castiga a los escritores que día a día, quitando tiempo a sus actividades y dinero a sus bolsillos, luchan por un nuevo país.
En el exterior se desconoce sobre la literatura paraguaya y si alguien tiene alguna referencia esta se remonta a varios años atrás cuando hombres como, Augusto Roa Bastos, Elvio Romero y otros tantos, pusieron al Paraguay en un escalón de renombre. Lamentablemente estas personas nos han dejado, sin embargo hay muchos que hemos tomado la posta e intentamos continuar la senda trazada para que se siga hablando del país en lo que a literatura se refiere.
Del mismo modo que Virgilio y Horacio necesitaron de Cayo Mecenas para que actualmente se conozcan sus escritos y con ellos la grandeza alcanzada por Roma en aquella época, hoy la literatura paraguaya necesita del mecenazgo para que los escritores que escriben en Paraguay tengan un lugar físico, en la mencionada feria internacional, donde mostrar lo que hoy produce el país en el ámbito literario.
Esperemos que las instituciones que han dado su negativa recapaciten y entreguen la insignificante suma que representa para ellos el mecenazgo para que todos puedan ver el 23 de abril a las 14:00 horas, en Buenos Aires, un Paraguay vestido con principesco ropaje y no un espacio vació que cree la falsa imagen de un país al que no le interesan las letras y que viste con ropaje de mendigo.

Al parecer nuevamente el cuarto poder a podido mover montañas y las entidades (Yaciretá e Itaypu) se han comprometido a ser nuevamente mecenas para la libroferia de Buenos Aires.
Solo queda el participar y poner en vidriera todo lo que Paraguay sabe hacer en el ambito literario.(10/3/9)