La pieza perdida del rompecabezas de la vida

Leyendo un artículo del blog Escalera a la luna (http://moonstairs.blogspot.com), sobre la existencia del hombre perfecto, me puse a pensar ¿por qué buscar al hombre o la mujer perfecta, si nosotros mismos no lo somos? Si el mundo en que vivimos no lo es ¿Cómo podemos concebir la idea que alguno de sus habitantes lo sea?

Pero si habitamos en un mundo imperfecto, con hombres y mujeres que también lo son, ¿cómo se puede hablar de parejas perfectas? Sí, de esas parejas que viven años y años juntos y parecen estar cada vez más juntos y unidos.

Tal vez la respuesta esté en no buscar a la persona perfecta, si no, a la persona que complementa nuestras imperfecciones como si cada uno de nosotros fuéramos la pieza de un gigantesco puzle universal donde cada pieza de este mega rompecabezas ha sido mezclada, si se quiere cruelmente, de manera que se deba buscar con cuidado la que coincide con nuestras aristas, o sea nuestras virtudes y falencias.

Como en un rompecabezas, cada pieza tiene su lado común con otra u otras. El problema radica cuando queremos, a la fuerza, hacer coincidir nuestros lados con los de otra pieza, simplemente porque creemos que es nuestro similar. Es por lo expuesto que, cuando un hombre o una mujer, tiene la dicha de encontrar a la pieza perdida que lo complemente se dice que ha encontrado al ser perfecto, aunque este, como nosotros mismos, tenga tantas virtudes como defectos.

No todos tenemos la suerte de encontrar a la pieza que coincida con alguno de nuestros lados, sin embargo, esto no tiene que hacernos perder las esperanzas de alguna vez encontrarla. Solo debemos seguir buscando.