Dicen que la distancia es el olvido...

Sin embargo, para mi, nada se olvida. Todo recuerdo, sea bueno o malo, es dormido y guardado en las empolvadas estanterías de nuestra mente hasta que alguien o algo lo despierta de su letargo para sacarlo al presente.

Hace un par de semanas gracias a la tecnología moderna y a las ya famosas redes sociales un grupo de compañeros de primaria hemos hecho “ciber contacto” después de treinta y un años de no saber nada o casi nada el uno del otro.

Anécdotas, picardias y travesuras aparecieron escritas en nuestros monitores haciéndonos retornar en el tiempo, haciendo que comprendamos que la amistad y el compañerismo de antaño no había desaparecido.

Mas gordos, pelados, canosos, pero con la misma chispa de siempre, poco a poco fuimos “actualizandonos” de lo que fue de la vida de cada uno, e inclusive los geográficamente más cercanos hasta tuvieron ya su primer reencuentro.

Por todo esto no me vengan con que la distancia es el olvido. La distancia y el tiempo lo único que hacen es añejar a los sentimientos de compañerismo y amistad entre otros, que al igual que el vino saben mucho mejor con el tiempo.