Cuentos en el blog

viernes, 3 de diciembre de 2010

Si no puedes contra ellos... ¿úneteles? ¿A que precio?

Vulgarmente se dice: “Si no puedes contra ellos úneteles” Pero... ¿Cómo unirse a una persona, o a un grupo de ellas, cuyos principios, metas, y sobre todo caminos para llegar a ellas son totalmente incompatibles con los nuestros? ¿Cómo unirnos sin transformarnos en aquello que aborrecemos? ¿Vale la pena dejar de ser lo que somos para ser arrastrados por la corriente de un río en el que, al fin y al cabo, nos sentiremos tan o más desdichados que antes de “unirnos a la manada”?
¿Vale la pena ser vapuleado, humillado, rebajado, pisoteado, aplastado, simplemente para no ser señalado, o por tener el “honor” de ser el “subordinado principal” del jefe?, siendo este “jefe”, finalmente, quien se cubra de los laureles de nuestro esfuerzo. O peor aún, ¿debemos dejar nuestra iniciativa de lado porque a alguien pudiera molestarle que nos hayamos adelantado a “su infinita sabiduría”.
Desde que entramos en la escuela se nos machaca con el tema de que “el hombre es un ser social” y por ende “tiene” que convivir y adaptarse al grupo que le toca. Pero ¿a que costo? ¿Debemos dejar nuestros principios, creencias,... nuestra esencia, para “encajar” en ese grupo dejando de ser uno mismo? ¿Debemos aplaudir a alguien a pesar que sabemos que está en el camino equivocado a cambio de unas migajas o el reconocimiento del grupo? ¿Debemos “relamernos” con las acciones que el grupo toma en contra de nuestra persona o la de otra, por temor a ser señalados?
Una vez dijo el controvertido escritor y filosofo Frederik Nietzche: “A veces te sentirás confundido o con temor, pero ningún precio es muy alto por ser UNO MISMO”.
Debemos ser fieles a nuestro yo interior. Aunque intentemos con todos nuestros esfuerzos mimetizarnos entre la multitud tratando de ser uno más del montón, igual seremos señalados y deberemos soportar diversos tipos de discriminaciones porque, al igual que las luciérnagas, por más que lo intentemos jamás podremos dejar de brillar en la oscuridad de la noche.
Puede que a veces nos sintamos solos, cansados, e incluso con ganas de tirar todo por la borda pero creo, de acuerdo a lo expuesto más arriba, que si el esfuerzo de “unirnos” contra los que dicen “no podemos” es igual que el “resistir” y ser “uno mismos”, es preferible la segunda opción ya que, al rebelarnos estoicamente, si bien habremos gastado la misma energía, pero esta vez, habremos marcado la diferencia siendo como debemos ser, de a cuerdo a nuestros principios, sin traicionar a nuestro “yo interior”, nuestra esencia, aunque eso nos cueste llevar el estigma de “bichos raros” o inadaptados hasta el fin de nuestros días.
Nadie es mejor a nadie, solo diferente.
Tal vez los patriarcas de la manada, al creer que nuestra postura puede hacerles tambalear de su pedestal, y a pesar que esa no sea nuestra intención, tratarán de hacernos callar, querrán que nos amoldemos a su horma y finalmente nos apartarán como leprosos. Tal vez sea en ese momento que nos demos cuenta que no estábamos tan solos como creíamos y que finalmente nuestro esfuerzo sí habrá valido la pena.

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