Hay veces que luego de terminar la jornada laboral, abrumados por lo que nos espera para el día siguiente, nos sentamos en la calma de nuestro hogar y mientras comenzamos a hacer cuentas y proyecciones de gastos, nuestra mente vuela a la época en que los problemas se limitaban a conseguir la figurita difícil del álbum o cualquier otra cosa por el estilo. Uno puede pensar que seria agradable retroceder en el tiempo y volver a ser esos seres despreocupados que solíamos ser. Sin embargo si pudiéramos subirnos a una maquina del tiempo probablemente descubriríamos que nuestros problemas, aunque en escala diferente, continúan. ¿Será difícil la tarea que nos dará la profesora mañana?, ¿El ratón de los dientes podrá venir con esta lluvia?, y otras tantas preocupaciones que, cuando niños teníamos y no nos importaban, volverán ante nuestros ojos de adultos para atormentarnos. ¿Que ha ocurrido? ¿Por qué, en la infancia, los problemas nos pasaban desapercibidos y, salvo el rubor del momento por haber sido sentado con la niña mas linda del grado ante las risas y bromas de los demás compañeros, todo terminaba con el timbre del recreo?
El pensador Jean de la Bruyere nos da una clave a esta pregunta:
“Los niños no tienen pasado ni futuro, es por ello que gozan el presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros.”
Es cierto que lo que somos hoy se debe a los aciertos y desacierto que hemos tenido en los años idos, como también es posible, como decía Cesar Borgia, que “lo que no ha pasado al mediodía puede ocurrir a la noche” ... pero puede que no.
A diferencia de los niños, vivimos atormentados por las cadenas del pasado formadas por lo que hicimos, lo que dejamos de hacer y lo que habría pasado si lo hubiéramos hecho o no tal o cual cosa. Estas cadenas comparten, en igual medida, nuestra mente con el pánico al porvenir, lo que el futuro nos puede o no deparar. Sin embargo al llenar nuestros pensamientos de pasado y futuro nos olvidamos del momento que realmente debemos ocuparnos, el más importante, el HOY.
El presente, es el regalo que la vida nos da para admirar y disfrutar, con todos los sentidos, las pequeñas cosas que nos rodean mientras vamos construyendo nuestro futuro. Esto no quiere decir que, como dice el cantante popular Riqui Martin, debamos “vivir la vida loca” si no que debemos saborear cada momento en la medida justa sin extralimitarnos.
Como dije, nuestro pasado sirve como referencia para nuestras acciones presentes que, a su vez, serán la causa de nuestro futuro aunque, en este proceso, no debemos anteponer ni el pasado o el futuro al presente porque mañana podremos descubrir que nos hemos olvidado de vivir.
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