Según el diccionario el prejuicio es la opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de alguien o algo que se conoce mal1.
Todos hemos prejuzgado, en mayor o menor grado alguna vez, levantando con ello una barda entre nosotros y esa persona a la que, sin conocer, detestamos desde el primer momento.
Desde niños somos bombardeados con una serie de conceptos prejuiciosos que por provenir de nuestros mayores tomamos como verdad absoluta. Estos conceptos, con el tiempo, se van enraizando tanto en nuestras fibras más intimas que los volvemos a transferir a nuestra descendencia, formando una interminable cadena de odios y rencores sin motivo valedero alguno.
De este modo, hay gente que llegando al grado de fanatismo extremo odia a personas de diferente color, nacionalidad, ideología política o religiosa, simplemente porque se le dijo que esta gente era “el cuco”.
Ahora, ¿que ocurre cuando descubrimos que ese “cuco” no era tal?
Del mismo modo que Romeo descubrió que Julieta no era tan “despreciable” a pesar de provenir de la familia, hasta ese momento, “más aborrecible” de Italia muchos son los que gracias a Internet y otros medio modernos descubren que “el cuco” no es tal.
Al chatear, participar de foros, o por las casualidades del destino, tanto Capuletos como Montescos descubren, mucho antes de develarse, credos, o filiaciones, que son más los puntos en los que coinciden que en los que no. Si son más las coincidencias que las discrepancias ¿por qué odiar al otro solo por simple prejuicio?
Es más que sabido que en todos los países, etnias, religiones, o partidos políticos hay tanto personas honestas como corruptas; personas que están en el camino hacia su superación personal y quienes esperan agazapados en las sombras para perjudicarlos y hacerlos tropezar. No debemos prejuzgar, por simple fanatismo, por su color de piel, o religión.
Winstron Churchill dijo sobre los fanáticos:
“Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”
¿Porque no cambiar de opinión ni de tema si nuestros ojos y corazón dicen que lo “blanco” es “blanco” a pesar que se nos haya dicho que es negro?
El siglo XX nos demostró, con sus dos guerras mundiales y la llamada “guerra fría”, que el fanatismo no nos lleva a ningún lado, que el odio genera odio y como dice el viejo dicho “el que a hierro mata a hierro muere”.
Se que es difícil dejar de prejuzgar, debido a nuestras arraigadas creencias, pero el resultado de dejar de hacerlo vale la pena.
Saquémonos de encima el lienzo del fanatismo y la mezquindad que nos impide ver muchas bellas personas de las cuales podemos aprender o compartir. Formemos una comunidad con seres que sin importar su color, sexo, religión, o lugar de nacimiento, recorran, con nosotros, el camino en busca del bien común, y la superación. Un camino que finalmente nos lleve a la Gran Luz donde iniciamos nuestro camino y alguna vez regresaremos.
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