Cuentos en el blog

sábado, 23 de enero de 2010

Tiempos Modernos


De este modo se llamaba una vieja película muda, estrenada en 1936 protagonizada y dirigida por el genial Charles Spencer Chaplin (1889-1968) , en donde el pobre carlitos por trabajar en una fabrica en donde todo el día ajustaba tuercas al salir de su jornada laboral seguía ajustando todo lo que se le cruzaba en el camino.
Esta película cómica, realizada en plena época de la depresión, era una parodia de lo que la industrialización hacia a las personas. Sin embargo creo que el problema planteado va más allá de la simple “automatización” y despersonalización del obrero como trabajador.
Como todos sabemos, a finales del siglo XIX, durante la llamada revolución industrial, se comenzaron a confeccionar objetos a gran escala lo que produjo un considerable abaratamiento de estos productos en contra de los mismos fabricados en forma artesanal, que aunque más durables, cayeron en desuso provocando que los artesanos y pequeños granjeros se desplacen a las grandes urbes.
Los productos manufacturados pronto inundaron el mercado y con ella grandes ganancias para los fabricantes quienes con el afán de mayores ingresos aun idearon prácticas tendientes a aumentar la demanda de productos, lo que hoy llamamos “mercadotecnia” o “marketing”.
Estas practicas ejercidas por los productores llevo a las personas al “consumismo”, o sea la tendencia inmoderada de consumir bienes no siempre necesarios aunque sí para el “ego” o el “estatus”,o sea, no se compra un reloj para saber la hora sino porque es de tal o cual marca.
Este fue el inicio de una carrera desenfrenada en la cual, como si fuéramos la serpiente del encantador, se debe conseguir dinero de donde sea para comprar lo que se no “sugiere”. Así como “Carlitos” iba por las calles ajustando tuercas por doquier están los que en igual forma autómata compran todo lo que se les pone enfrente.
Estos compradores compulsivos, se colocaron al hombro una enorme mochila de deudas a ser pagadas que exigen mayor trabajo en contra del tiempo que ellas deberían dedicar, para sí y su familia, rompiendo el equilibrio que toda persona debe tener para vivir plenamente y evitar enfermedades como el famoso “estrés”.
Una frase del escritor Brasileño Paulo Cohelo dice:
No olvidemos que a veces es necesario hacer un alto. Cuando los pies están adoloridos, la mente se distrae y el cansancio empobrece la búsqueda.”
Del mismo modo que en la antigüedad los campesinos dividían su campo en siete parcelas cultivando en seis de ellas y dejando una sin para al año siguiente rotar, o como los antiguos profesores universitarios que se tomaban un año sabático cada siete de trabajo, para poder salir de la rutina y abrir espacio a nuevos conocimientos, debemos tomarnos un tiempo para nosotros, para nuestro desarrollo personal y espiritual.
¿De que nos sirve tener un falso estatus, reflejado por los bienes que supuestamente poseemos, si no tenemos salud? Y digo supuestamente pues en realidad ni son nuestros pues debemos hasta lo que no tenemos para adquirirlos. La mayoría de los integrantes de la sociedad de hoy vivimos para los demás, para lo que el otro puede opinar de nosotros, en ves de vivir nuestra vida
El caos de la sociedad es en parte el reflejo de este desequilibrio, de la ruptura de la armonía del individuo con sí mismo y con los que lo rodean.
Con lo que expresé más arriba no quiero decir que debemos arrojar nuestros bienes e ir a vivir en una ermita del Tibet, solo debemos sacar el pié del acelerador de la vida y comenzar a disfrutar del paisaje del cual nos priva la velocidad, en la que la sociedad de consumo nos arrastra.
Puede que se tarde más tiempo para beber un café al que debemos moler primero sus granos para luego, el polvo resultante, cebarlo en una cafetera, que preparar un café instantáneo pero, el resultado, vale la pena.



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