A pesar de excelentes
obras como “Follaje en los ojos” de José María
Rivarola Mato, “La Babosa” de Gabriel Casaccia, “El
trueno entre las hojas” o Yo el supremo de
Augusto Roa Bastos, prevalece aún el consenso negativo implícito o
explicito en las opiniones de los críticos internacionales
reconocidos sobre la Literatura Paraguaya.
¿Por qué ocurre esto?
Es probable que una de las causas se deba a la gran anteojera
impuesta por la situación política, económica, y cultural en donde
dos guerras internacionales (la de la triple alianza y la del Chaco);
los arrestos arbitrarios, persecuciones ideológicas, y la represión
política, durante los años en que gobiernos opresores y
revoluciones obligaron a casi un tercio de la población del Paraguay
a exiliarse, entre ellos muchos escritores y artistas.
No obstante y paradójicamente, creo que es esto, lo que ha hecho
crecer a la literatura de Paraguay ya que poetas de la talla de Elvio
Romero, Herib Campos Cervera, o el mismo Roa Bastos, han hecho sus
mejores trabajos fuera del país creando una narrativa de exilio,
como bien dice Teresa Mendes Faith en su obra” Paraguay
novela y exilio”.
En esta obra, la
escritora y crítica literaria, habla de una “verdad de adentro”,
del Paraguay, de tierra roja y verdes yerbales, sus calles y gente,
como también de la “verdad de afuera”, o sea la realidad de ese
otro Paraguay obligado a abandonar su terruño para enfrentarse al
exilio y sus dilemas. Este conflicto es el que ha hecho crecer
notablemente a la literatura paraguaya.
Por suerte hoy por hoy se
esta escribiendo mucho en Paraguay.
Uno
puede ir a las librerías y conseguir libros paraguayos que no tienen
nada que envidiar a los extranjeros tanto en la narrativa como en
poesía.
Siendo
el Paraguay bilingüe
desde la época colonial, no es de extrañar que el bilingüismo
forme parte de la literatura guaraní. Es así que desde la
mezcla de lenguas, sin subvertir la lógica lingüística de ninguna
de ellas, utilizada por Emiliano R. Fernández, pasando por las
experiencias de Roa Bastos en Yo el Supremo y Rubén Bareiro Saguier
en su poemario A la víbora de la mar, los escritores
paraguayos han ideados estrategias para dar cabida en la literatura a
la realidad del bilingüismo como sello de identidad.
La
novela “El Rubio”, de Domingo Aguilera, es una
muestra contemporánea del intento de llevar al texto narrativo el
jopará (una mezcla castellano guaraní donde una lengua afecta y
modifica morfológicamente a la otra).
Kalaito
Pombero de Tadeo Zarratea es,
por otro lado, una novela escrita y pensada en Guaraní y traducida
al castellano.
El
fenómeno transfronterizo también tiene su influencia en la
literatura escrita y entre sus representantes podemos encontrar a
Damián Cabrera, un joven residente en Ciudad del este que con su
novela Xirú nos relata la realidad de la zona de la
Triple Frontera y la forma de hablar de los habitantes, utilizando en
parte de su obra una mixtura de guaraní, español y portugués.
Se
dice que el Paraguay es tan fértil que basta poner un dedo en la
tierra para que este brote. Algo similar se puede decir en cuanto a
las fuentes de inspiración que este país mediterráneo ofrece al
escritor.
Dos
contiendas internacionales, varias dictaduras y numerosas
revoluciones, han servido de inspiración a los artistas y escritores
que encontraron en estas una cantera inagotable para sus obras.
Personajes históricos convertidos en héroes o villanos, según la
tendencia política del autor, sirven de base para novelas, cuentos,
teatro y hasta cine.
La
novela histórica tiene una
multiplicidad de estilos y temas. Probablemente esto se deba a la
necesidad de revalorizar los hechos históricos y el embrujo que
estos ejercen sobre el publico en general.
Tanto
los escritores clásicos paraguayos, como Roa Bastos en Yo el
supremo; Juan Bautista Rivarola Matto, en Diagonal de sangre;
Guido Rodriguez Alcala, con Caballero o Luís Hernáez
con Donde ladrón no llega, por citar algunos, como
algunos de los que hemos surgido recientemente, sentimos la necesidad
de bucear en las profundidades de nuestra historia y hacerla conocer,
incorporando a esta realidad la ficción, el imaginario colectivo, a
más del imaginario cultural dando así como producto una creación
literaria mas “digerible” y amena a los ojos del lector común
reacio a los tradicionales manuales y textos.
Además
de la amplia producción de novelas basadas en los acontecimientos
bélicos y revoluciones acaecidos entre finales del siglo XIX hasta
principio del siglo XX, hace unos años comenzó a surgir una
interesante variedad de obras que tienen que ver con la dictadura
Stronista y que abarcan desde el hoy ya clásico Celda 12,
de Moncho Azuaga, pasando por la novela de la búsqueda de
identidades de Lourdes Talavera, Sombras sin sosiego
También podemos citar a Gilberto Ramírez Santacruz con su novela
“Esta hierba que nunca muere” que plantea el
fracaso de la lucha armada contra el dictador Stroessnerr y en donde
dominan las cuestiones políticas; La Querida, escrita
por Renée Ferrer y por último, la recientemente galardonada con el
premio Lidia Guanes “Un viento negro “ de
Alcibiades González del Valle, que relata la historia de una pareja
separada por la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-89), que los
tortura y empuja a la mujer al exilio, y su reencuentro tras la caída
del general .
Del
mismo modo que los escritores anteriores que beben de la fuente de la
historia para sus creaciones están los que toman su inspiración de
lo
urbano.
Entre estos podemos mencionar a José Pérez Reyes con su obra
Clonsonante.
Simpático cuento donde el personaje, Lucas Aguirre que es un
teléfonodependiente, un día amanece sin voz y sus palabras
solamente pueden ser oídas a través de su aparato celular
Monica
Busto con Chico Bizarro y las moscas que puede
calificarse como thriller tarantinesco donde el personaje principal
nos introducen al submundo de los antivalores donde todo, hasta las
cosas más inverosímiles tiene un precio, como cuando el escritor
Roa Bastos es supuestamente drogado para posteriormente ser alquilado
a un multimillonario mafioso, admirador del escritor, para cenar con
él.
Otro
ejemplo de la narrativa urbana la encontramos en Noche
de pesca de Lisandro Cardozo,
Varadero, el burdel de Ña Cande
de Victorio Suares, en donde se narra un crimen ocurrido en un
prostíbulo de los arrabales portuarios de Asunción, Juan
Ramírez Bierderman, en su libro de cuentos Nobis
recrea la vida de un barrio asunceno, con sus amores clandestinos y
sus criminales nazis prófugos y escondidos en conventillos de mala
muerte.
También
la critica social, vista desde el punto de vista desde el interior
psicosociológico, esta bien representada en El síndrome de
Zavala de Juan de Urraza.
Como
en toda sociedad urbana actual, la paraguaya, no escapa de la
influencia de la inmigración.
Es en este punto en donde se debe citar la obra de la Escritora
Susana Gertopan, quien con su sagaz pluma, en sus obras Barrio
Palestina, El
otro exilio y, sobre todo, en El
callejón oscuro, pone en
relieve las marcas y las señas de identidad de una minoría social
(la judía) compenetrada ya desde hace tiempo con Asunción, a la que
dota de sus propios sentidos míticos.
No
puede escapar a este breve puzzle de tendencias la narrativa
erótica en donde encontramos
los relatos de Amanda Pedrozo, entre ellos una obra de sutil nombre:
“El diablo por un agujero”
Otra
referente de este tipo de literatura es Mabel Pedrozo, hermana de la
anterior, quien en Perversidad y en Las arrugas de la Virgen, ofrece
cuentos marcados por lo macabro y las burlas del destino.
Otra
mujer, Chiquita Barreto, también ha incursionado en el relato
erótico en el libro Con el alma en la piel. Pero son
sus dos novelas Mujeres de cera y La voz negada
las que muestran un amplio retrato, en tono poético, de la vida de
las mujeres tanto en el campo como en la ciudad en el Paraguay.
La
ficción, el mundo del misterio, el mundo antiguo y magia
tampoco escapan a la literatura
paraguaya y entre sus representantes podemos encontrar a Osvaldo
Gonzalez Real con su libro Anticipación
y reflexión y a Juan de Urraza
con la sociedad de las mentes
o Alicia y los universos
alternativos, Natalia Echauri
con su novela Avalón, la isla de
las las manzanas ,Eduardo
Filippi con Mareas en la noche,
o Paula Aguilera Oddone con una trilogía sobre misterio, magia y el
mundo antiguo y quien les habla con la tetralogía “Travesías
de Waty el escriba”
incursionando en el mundo misterioso del antiguo Egipto y los pueblos
con los que convivieron o pudieron convivir.
También
hay que mencionar que últimamente muchos jóvenes están comenzando
a incursionar, cada vez más frecuentemente, tanto en el campo de la
narrativa como el de la poesía ya sea a través de las llamadas
academias literarias o presentando sus trabajos en concursos
literarios organizados por varias instituciones entre ellas la
Sociedad de Escritores del Paraguay con el auspicio de varias
empresas del sector privado.
Entre
los representantes de este grupo quiero nombrar a Cintia Mariela
Cañete, ganadora de varios concursos desde el 2009 y próxima a
publicar una selección de cuentos, el poeta Ariel Vera, Brian
Guines, presidente de la real(Red de Academias Literarias), Gabriel
Gromeck, entre otros.
Este
efervescente resurgimiento del interés por escribir demuestra que la
literatura paraguaya esta más viva que nunca.
Y por último quiero decir que el interior del Paraguay también
existe.
La mayoría de los libros y autores señalados más arriba son
residentes de Asunción esto no quiere decir que en Paraguay sólo se
escribe en Asunción y gran Asunción. Muy por el contrario.
Como ocurre en todos los países, generalmente, los autores que
sobresalen son los de las capitales no porque sean mejores sino
porque tienen mayor difusión en la prensa y los distintos medios que
nuestros compatriotas de tierra adentro.
Aunque existe una gran mayoría de poetas como es el caso de la
encarnacena Sofia Valenzuela, o la ovetence Albis Paredes,por señalar
algunos, entre los narradores del interior del Paraguay podemos
señalar al joven escritor y cineasta ovetense Rodney Zorrilla con su
selección de cuentos Historia de 8 mundos, el
ya mencionado Damián Cabrera con su novela Xirú
y
el Doctor Rolando Bado, presidente de la filial de la SEP en Itapúa,
con su libro Cuentos para seguir creciendo entre
otros.
Después
de este breve pincelazo por la narrativa guaraní de seguro se
preguntarán ¿Por qué, como decía al principio, para muchos
estudiosos y críticos literarios, entre ellos el peruano Luís
Alberto Sánchez que en su obra “Historia de la literatura
americana” el Paraguay es toda una incógnita?
Una de las respuestas
podría ser que la escasa visibilidad de los autores en los circuitos
libreros de la región debido a tiradas por debajo del promedio en
los demás países (1000 ejemplares como máximo debido a una cultura
poco lectora y poco estimulada) sumado al bombardeo de la literatura
“global” altamente publicitada.
Otros expresan que se
debe a la casi inexistencia de una crítica literaria sólida,
consciente y comprometida con su importancia en el engranaje social
del ámbito literario.
Lamentablemente en
Paraguay la crítica casi ha desaparecido y eso nos invisibiliza del
contexto global ya que los críticos internacionales sólo
descubrirán nuestra literatura cuando lean la reseña de los
críticos locales.
Hace unos
meses asistí al 6º encuentro de escritores del Mercosur en donde
descubrimos que esta misma invisibilidad que tienen los escritores de
Paraguay la tienen los del interior de grandes paises como lo son
Argentina y Brasil y llegamos a la conclusión que una de las
soluciones a este problema es leernos y comprometernos con la
literatura del compañero escritor.
Este
compromiso no debe limitarse al simple intercambio de “figuritas”
y un apretón de manos sino de unirnos y tratar de difundir estas
obras en nuestros círculos mediante convenios, como el firmado en el
2009 entre la Sociedad de Escritores del Paraguay y la Sociedad de
Escritores de Chile, al que se sumaron otras entidades de escritores
como la Sociedad Argentina de Escritores y la casa del Escritor de
Uruguay, invitando. Se dice que la unión hace la fuerza, entonces
unámonos. Después de todo el escritor es escritor aquí o en
Mozambique.
Sean estas las
contestaciones a la incógnita u otras puedo asegurar que desde la
Sociedad de Escritores del Paraguay estamos trabajando arduamente
para romper ese manto de invisibilidad y demostrar que la narrativa
paraguaya no sólo existe, sino que goza de buena salud.
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