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viernes, 18 de diciembre de 2009
De golondrinas solitarias y castillos en el aire
Un viejo dicho dice: “Una solitaria golondrina no hace primavera”.
Hay quienes toman este sabio dicho como excusa para no comprometerse con una situación determinada o para censurar, desde una posición facilista, a quien sí lo hace.
Es cierto que una sola golondrina en el cielo no quiere decir que estemos en primavera. Puede ser que la pobre avecilla se haya perdido o que enferma hubiese decidido no migrar y pasar sus últimos días en el crudo invierno que en ese momento puede estar a la vuelta de la esquina, pero también es cierto, que en contra de cualquier pronóstico el solitario, pequeño y esmirriado David, pudo contra el poderoso Goliat.
No debemos temer enfrentarnos a la soledad e indiferencia de nuestros prójimos si creemos en la empresa que estamos emprendiendo.
Aquellos antiguos guerreros, incluyendo los compañeros de David, se rieron de la loca osadía de aquel pastor. Sin embargo fue ese pequeño ovejero el que cambió el curso de la historia.
Como dice la canción de Alberto Cortes “Castillos en el aire” cuando nos salimos de la corriente haciendo “la diferencia”, o al menos intentándolo, de seguro “los demás” intentarán condenarnos por nuestra chifladura, pretendiendo que olvidemos nuestra osadía y nos ciñamos con el ropaje de la supuesta cordura del común. Esto no se debe a que todos vean nuestra “fantasía” como algo malo para la sociedad. En realidad este rechazo se debe, simplemente, al temor natural que las personas tienen al cambio.
No nos debe importar la censura que puedan hacernos si nuestro corazón nos dice que estamos en el camino cierto, al contrario, debemos seguir intentando marcar la diferencia extendiendo nuestras alas para construir un mundo mejor.
El camino será difícil. Seremos incomprendidos, nos echarán, nos tiraran piedras y hasta pretenderán tapar el brillo del idealismo y de nuestros sueños con barro. Como dije nada de esto debe importarnos. Impidamos a toda costa que nos corten las alas con las que al elevarnos sobre las cabezas de “los demás” podemos ver más allá del horizonte y, con el tiempo, encontrarnos con otros que como nosotros descubrieron que la felicidad se construye a base de sueños.
En resumen, si al emprender algo nos sentimos solos, incomprendidos y desanimados por los demás, pensemos que muchas veces una sola golondrina puede hacer la diferencia y señalar a los que estamos en la tierra que la primavera está por comenzar.
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