Hace unas semanas atrás, precisamente el 29 de julio pasado, todos los medios, nacionales e internacionales se hicieron eco, con bombos y platillos, del 40 aniversario de la llegada del hombre a la luna.
A pesar que no soy tan viejo, recuerdo como nos preparamos para ver el histórico momento en el viejo televisor, a válvula en blanco y negro, equipado con su respectivo protector de acrílico para evitar “los rayos que producen cáncer” según decían los vendedores de aquel inútil accesorio.
Todos nos reunimos en la sala de la casa de mi abuelo y esperamos la transmisión en directo desde la luna, según se decía aunque con el tiempo me enteré que se transmitía en diferido unos diez minutos.
Nadie niega que aquel suceso fuera un gran logro para la humanidad pero mirándolo desde otro punto de vista es una paradoja que el hombre haya pisado la luna pero no haya llegado a conseguir la felicidad plena de si mismo.
En la lucha carrera por la busca de proezas y medallas, el hombre se ha olvidado del hombre, relegando el conocimiento de si mismo para lanzarse a conquistar logros externos a él.
El que lea estas líneas podrá decir que una cosa no tiene que ver con la otra; que la búsqueda de la felicidad entra en el campo filosófico y para ello existen eruditos que “divagan” sobre el tema. Sin embargo independientemente de las conclusiones a las que pueda llegar un grupo de eruditos, cada uno pasa su vida buscando esa felicidad tan esquiva en muchos casos. Entonces, si la felicidad es lo que todos perseguimos y buscamos con tanto ahínco ¿por qué no la encontramos? ¿Acaso, las costumbres sociales, el egoísmo por sobresalir sobre los demás sin importar “el como”, y los miedos a mostrarse como uno realmente es, son barreras suficientes para que no podamos dar el paso a la felicidad?
Al encontrar la felicidad y paz de nuestras almas dejaremos de preocuparnos por logros y medallas mezquinas que solo consiguen alimentar nuestro ego.
Solo cuando el hombre derribe esas barreras se podrá decir que se ha dado "un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad" en la búsqueda del camino de la verdad universal. Recién entonces, las puertas del conocimiento comenzarán a abrirse ante nuestros ojos sin más esfuerso que desearlo.
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