Recuerdos

Cuando la nostalgia toca a nuestra puerta y comenzamos a ver ajados álbumes repletos de viejas fotos, de la época de la primaria, descoloridas por los años, tal vez reconozcamos en ellas los rostros de compañeros y de quienes, en aquellos tiempos, eran “nuestros mejores amigos”.

Cada una de aquellas fotos, al ser vistas después de tantos años, gatilla el vivido recuerdo de tiempos idos, “congelados” en aquellas pequeñas cartulinas amarillentas en donde, todavía, brillan inquietos los ojos de aquellos chicuelos. Es en ese momento cuando nos preguntamos: ¿Donde será que el tiempo ha esparcido por el mundo a esos compañeros, del mismo modo como el viento esparce las semillas del “diente de león”? ¿Que habrá sido de ellos?

Poco nos importó, o tal vez no comprendíamos en ese momento, cuando la maestra de séptimo grado nos dijo, el último día de clases, que esa seria la última vez que estaríamos juntos y que muchos jamás volveríamos a vernos en la vida.

Muchos años pasaron de aquel festivo día. Cada uno de aquellos niños ha tomado su camino de éxitos y fracasos que moldearon sus vidas de adultos, definiendo su manera de ser, y aunque algunos continuamos en contacto, sea personalmente, teléfono o mail, las premonitorias palabras de aquella maestra se hicieron realidad. 

Tal vez algún día los caminos de algunos de nosotros vuelvan a cruzarse, o como ocurrió con mi abuela, podamos volver a encontrarnos luego de cincuenta o sesenta años. El tiempo lo dirá. Por ahora solo quedan el recuerdo y las fotos en donde siempre estaremos juntos.